Sin título (1988) es un lienzo en el que predominan los tonos sombríos -ocres, amarillos y terrosos-, confirmando esa tendencia a la monocromía tan característica en la producción de Luis Claramunt. Sin embargo, el motivo abstracto del cuadro lo aleja de lienzos previos en los que destacan las referencias figurativas al paisaje y a la figura humana. En esta pintura, Claramunt tiende hacia una abstracción esquematizada, enfatizando el aspecto más escritural y caligráfico de sus composiciones en detrimento de la mancha y lo matérico. La presencia del trazo y la línea, así como la gestualidad controlada en la elaboración de su pintura, serán también aspectos relevantes a lo largo de su trayectoria.
Claramunt practica en Sin título una pintura muy cercana al dibujo. Un dibujo de contorno en el que la inmediatez del gesto, lo involuntario y los automatismos determinan la aparición de la imagen sobre un soporte de grandes dimensiones. Ya en la muestra retrospectiva «El viaje vertical», comisariada por Nuria Enguita en el MACBA en el año 2012, la historiadora apuntaba precisamente hacia la importancia de esta técnica en la producción de Luis Claramunt: «Una constante en el modo en el que enfrentarse a lo real [...] trabajando siempre a partir de la observación directa, pero nunca pintando del natural». Así, el dibujo adquiere una lugar principal en el conjunto de su obra, del mismo modo que la edición de publicaciones, cuadernos y libros de artista. La fotografía, que se nutre de sus recorridos por ciudades como Barcelona y Bilbao, será también muy relevante en su corpus de trabajo.
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