Luis Feito es un artista cuya obra se singulariza por la dimensión espiritual que la atraviesa. Aunque parte de una tradición que se fundamenta en el figurativismo, pronto se introduce en la abstracción informalista influido por el automatismo, el vigor del gesto, la ausencia de premeditación y, sobre todo, la defensa de una actitud emocional y meditativa destinada a remover los cimientos de una práctica artística anclada en el pasado y ajena a las vanguardias europeas. Por ello, en 1957 cofunda el grupo El Paso, un colectivo heterogéneo de artistas que reivindica una mayor y más agresiva expresividad, la reducción del color y un compromiso con la modernidad haciendo del arte una forma de vida acorde con las inquietudes de su tiempo.
Admirador de Kazimir Malévich y Mark Rothko, pero también de la dureza del paisaje castellano, la poética espiritual del Barroco, san Juan de la Cruz y la fuerza del arte oriental, Feito alcanza la esencia de la forma a través de un sentido puramente místico y una técnica caracterizada por la introducción de la arena en sus óleos en función de su necesidad de crear formas y espacios.
Con el título de Pintura 107 (1958), Feito plantea una composición simplificada en formas circulares que, desde la izquierda, se oponen a un campo abierto y sereno. Pintada en 1958 sobre la base de una paleta oscura, terrosa y dominada por el color negro, esta obra de corte matérico es fiel a la creencia que tiene el artista de entender cada pieza como eslabón de un ensayo continuado o fruto de la inmediatez de un gesto que, con el fin de certificar lo que para él solo debería ser — es decir, una presencia que solo existe—, emana de sus tripas y se materializa a través de su brazo.
Realizada en 1962, la obra Pintura 352 se caracteriza por el predominio del color rojo, una elocuente simplificación formal y la fuerza de un gesto enérgico y vivo. Destacan las dos bandas negras que, como ríos perpendiculares de asfalto, desplazan hacia la parte inferior izquierda la tensión caótica y esencial de una composición de influjo oriental. Pintura 352 conserva el carácter austero de las superficies y la fuerte emotividad de una imagen que podríamos considerar como un buen ejemplo del equilibrio que, desde sus inicios, late a través de la producción de un artista consagrado a una creación en torno a la más estricta abstracción y sin referencias externas.
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