Perspectiva con pórtico y jardín
- c. 1660
- Óleo sobre lienzo
- 118,5 x 181,5 cm
- Cat. P_298
- Adquirida en 1983
Los dos lienzos firmados por el pintor y clérigo Vicente Giner pertenecientes a la Colección Banco de España fueron durante décadas el único ejemplo relevante conocido del Barroco de este tipo de pintura en la obra del artista castellonense afincado en la Italia. Pertenecieron a la colección murciana de los marqueses de Villamantilla de Perales, de apellido González Conde, emparentados con la familia D’Estoup, propietaria entonces de otras piezas análogas del artista. Adquiridas en la década de 1980, durante mucho tiempo constituyeron el único punto firme para conocer la personalidad artística del enigmático pintor y sirvieron como base para ulteriores atribuciones e investigaciones, como la de otra obra recientemente ingresada en una colección pública: Interior de basílica con músicos en concierto alrededor de una mesa (s. f., Museo de Bellas Artes de València), procedente de la citada Colección D’Estoup. Además de esta última, en la actualidad se conocen algunas otras obras firmadas que permiten pergeñar un breve catálogo de la obra de Giner, a pesar de lo cual, como indica Javier Portús, la biografía y personalidad artística del artista siguen cifradas bajo una incógnita. La investigación de Ángel Aterido Fernández («De Castellón a Roma: el canónigo Vicente Giner (ca. 1683- 1681)», Archivo español de arte, n.º 294, 2001, págs. 179- 183), ha arrojado nueva luz sobre la peripecia vital del artista que permite mantener la consideración de las dos obras del Banco de España como nucleares (por tempranas y representativas de un determinado género) en la comprensión general de la obra de Giner: «El clima artístico de la corte papal, permitía “ligerezas” de este tipo, entendidas como mera decoración en la casa de un clérigo con alguna formación. Ejemplo de esas pinturas meramente anecdóticas es la “pareja príncipe” de arquitecturas de Giner, las primeras dadas a conocer de su mano, hoy conservadas en el Banco de España». El estilo, composición, colorido y técnica son testimonio de la formación italiana del artista que, aunque escasamente documentada, queda en evidencia por las propias obras, prueba de su relación con el arte del pintor bergamasco Viviano Codazzi (1604-1670), maestro reconocido del género de perspectivas arquitectónicas (los llamados capricci architettonici) y, especialmente, de vistas con ruinas clásicas. El vínculo entre ambos es evidente y no sería arriesgado hablar de un conocimiento directo y quizá personal, pues Codazzi vivió y trabajó en Roma desde 1647 y sus obras integraron de manera temprana las colecciones españolas, incluida la colección real. Estudios como el citado de Aterido mantienen esta sospecha, a pesar de que aún no existe confirmación documental de la relación entre Codazzi y Giner, mientras otros especialistas han querido ver a Giner como el pintor de figuras de algunas de las composiciones de taller de Codazzi.
Aunque se ignora la fecha de su llegada a Italia, un documento da noticia de la presencia en Roma de Giner ya en 1672, así como otro manuscrito posterior, de 1680, sobre la petición al rey Carlos II de la creación de una academia española en Roma en el que menciona que los firmantes eran «residentes en la corte de Roma, de algunos años de esta parte», lo que quizá permita pensar en ese contacto directo. En cualquier caso, la dependencia estilística es muy concreta y evidente en obras como los dos lienzos de la Colección Banco de España. El gusto por los severos pórticos, delineados con precisión, y la inteligente utilización de la luz, con notable sentido atmosférico, enlazan directamente con el legado de Codazzi y con el de su compañero y estrecho colaborador Michelangelo Cerquozzi (1602-1660). Giner extrema aún más que los italianos la simetría de la composición, buscando los efectos de riguroso equilibrio de masas y acentuando la disposición frontal de los pórticos que los pintores transalpinos, en ocasiones, ofrecían en escorzo.
Los personajes, de evidente viveza y gracia, responden a unos tipos frecuentes también en el ambiente romano, y son análogos a los que utilizan los pintores de origen nórdico especializados en aspectos de la vida popular, es decir, los conocidos denominados bamboccianti. Sin embargo, una cierta rigidez, verticalidad y compostura de las actitudes delatan al devoto del clasicismo que fue Giner, que vio y estudió, sin duda atentamente, las obras del círculo poussiniano con sede en Roma.
El hecho de que aparezca en la firma la inscripción «VAL» puede hacer pensar que el lienzo esté pintado en València, pero no debe rechazarse por completo la idea de que simplemente señale la condición del artista de «Valentianus» o «Valentinus», y que las obras hayan sido pintadas, como tradicionalmente se ha considerado, en Roma.
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