El episodio representado en esta obra es el conocido por el Evangelio (Mateo, 12, 1-8), en el cual se relata cómo, mientras Jesús caminaba un día de sábado por los sembrados, sus discípulos sintieron hambre y comenzaron a arrancar espigas y comérselas. Los fariseos les reprocharon hacerlo en sábado y Cristo les contestó: «Si entendierais qué significa “prefiero la misericordia al sacrificio”, no condenaríais a los inocentes. Porque el Hijo del Hombre es señor del sábado». El tema, aunque canónico en el catolicismo, no es frecuente en la pintura barroca, aunque en algunas ocasiones, como en esta, es buen pretexto para ordenar figuras en un amplio paisaje y dotar a un género en crecimiento de su necesario pretexto retórico.

El tono clásico de la ordenación del espacio y la presencia de los arcos ruinosos, así como el tono severo de los personajes, enlazan con la tradición de Claudio de Lorena, aunque un tanto enfriado al modo rigurosamente francés. La atribución a Pierre Patel, el Viejo (1605-1676), con que fue adquirido, como en el caso del lienzo compañero, es verosímil, aunque no pueda ser confirmada por completo.

Alfonso Pérez Sánchez