Colección
Niceto Alcalá-Zamora
- 1933
- Óleo sobre lienzo
- 210 x 150 cm
- Cat. P_243
- Encargo al autor en 1933
Eugenio Hermoso, académico de Bellas Artes de San Fernando, fue pintor muy grato dentro del género regional, especialmente en el ámbito extremeño. Sin embargo, también estuvo vinculado de manera muy estrecha a los círculos de poder en Madrid, como muestra su amistad con el retratado, Niceto Alcalá- Zamora, que honró con su presencia la inauguración de una exposición individual de Hermoso en 1931, año de proclamación de la Segunda República.
Este retrato del que fuera presidente tanto del Gobierno Provisional como de la Segunda República, aunque algo envarado, bascula entre el retrato de aparato y la efigie íntima y familiar. Está situado en pie ante un escritorio de trabajo, y el gesto de la mano tendida ligeramente hacia el frente parece remitir al célebre Pablo de Valladolid de Diego Velázquez y, sobre todo, a un ejemplo más próximo al Banco de España, el retrato del conde de Cabarrús de Francisco de Goya, que recoge ese testigo velazqueño que aporta dinamismo y cierta humanidad al personaje a través de un leve gesto. Se sabe que el presidente posó para Hermoso en su estudio de la calle Almagro de Madrid, por lo que podemos imaginar que la composición es de invención del artista. En ese sentido, la obra destaca ante todo por la decisión de situar tras el personaje un amplio paisaje boscoso cubierto por un dramático celaje, también velazqueño. Tal presencia podría remitir a una de las medidas más populares del Gobierno republicano en relación con la ciudad de Madrid: la devolución al pueblo de la Casa de Campo, que hasta 1933 había sido patrimonio privado e inalienable de la monarquía.
En el legajo 3818 del Archivo del Banco de España existe documentación acerca del encargo y pago de esta obra, que principalmente tiene un valor documental, pues es indicativa del interés de la institución por mantener la galería de retratos de jefes de Estado tras la abolición de la monarquía, si bien no se llegará a realizar, probablemente a causa del golpe militar y del estallido de la Guerra Civil, un retrato de Manuel Azaña, sucesor de Alcalá-Zamora en la presidencia de la República.
Presidente de la República Española 1931 - 1936
Licenciado en Derecho por la Universidad de Granada y doctor por la Central de Madrid, empezó a trabajar como pasante en el despacho de Díaz Cobeña y ganó las oposiciones a letrado del Consejo de Estado en 1899. En 1903 se vinculó al círculo de Romanones, donde inició su carrera política. Consiguió su primer acta de diputado en 1905 por el distrito de La Carolina, que sería «su distrito» hasta 1923 y desde 1931. En el Parlamento destacó por sus dotes oratorias y por su sólida preparación jurídica y administrativa.
A la muerte de Canalejas y al dividirse el partido liberal, se sumó a la facción democrática, Partido Liberal Democrático, de Manuel García Prieto. Fue ministro de Fomento en 1917 y en 1918, y de la Guerra en 1922. Su postura respecto al golpe de estado de Primo de Rivera derivó hacia una ruptura con la monarquía a partir de la prolongación del Directorio Militar tras el desembarco de Alhucemas, un giro similar al de Miguel Maura, con quien fundó la Derecha Liberal Republicana ya en 1930. En agosto de ese mismo año tomó parte en el pacto de San Sebastián y fue nombrado presidente del Comité Revolucionario, que al producirse el cambio de régimen se tituló Gobierno Provisional. Una vez aprobada la Constitución, el Gobierno de Azaña lo designó presidente de la República el 18 de diciembre de 1931. Las elecciones de 1933, con el triunfo de los radicales de Lerroux y de la CEDA, iniciaron la crisis del régimen. El Gobierno de Lerroux se enfrentó a la crisis de Asturias y a la proclamación del Estado catalán por Companys. En 1935, un nuevo Gobierno Lerroux-Gil Robles hizo crisis en diciembre. Alcalá-Zamora confió el Gobierno a Portela Valladares, quien convocó elecciones en 1936. Las Cortes depusieron a Alcalá Zamora en abril.
El inicio de Guerra Civil lo sorprendió en un viaje por Noruega. Se instaló en Francia (París y Pau); al comenzar la Segunda Guerra Mundial decidió emigrar a Buenos Aires, donde llegó después de un largo viaje y una estancia en México. Murió en la capital de Argentina en 1949 y en 1977 se repatriaron sus restos a Madrid.
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