Mesa de memoriales
- c. 1817
- Maderas de pino, caoba y ébano, metal dorado y cuero
- 82,2 x 150 Ø cm
- Cat. O_21
- Adquirida por el Banco Español de San Fernando
Este majestuoso mueble fernandino supone un perfecto ejemplo del mobiliario de principios del siglo XIX. Realizado en estilo Imperio, continúa las características de este movimiento que, desde Francia, propone una reinterpretación de los elementos clásicos tan empleados desde finales del XVIII. Igualmente, se produce un cambio en cuanto a los materiales utilizados se refiere, siendo los protagonistas de este momento la caoba y el bronce dorado, si bien en el caso de España es muy habitual la sustitución de este último por la madera tallada y dorada.
De volúmenes contundentes, se compone esta mesa de un pie central en forma de ancho fuste baquetonado que sustenta el tambor circular, con amplia cintura para los cajones y tafilete cubriendo su tablero. La base de la columna se despliega en cuatro grandes salientes que sirven de tarima a las verdaderas protagonistas: las esfinges. Hieráticas, de potente musculatura y facciones clásicas, se yerguen cubriendo sus senos con un paño anudado sobre el pecho. Las alas, rematadas en voluta y levemente desplegadas, sirven de soporte al tablero junto con el capitel vegetal que muestran sobre su cabeza. El empleo de la esfinge será un recurso más que habitual en las decoraciones de este periodo, difundido entre otros por Percier y Fontaine, diseñadores y arquitectos de Napoleón y en cuya famosa publicación Recueil de décorations intérieures comprenant tout ce qui a rapport à l’ameublement tantas veces aparece esta figura, ya sea como reposabrazos de asientos o, como en este caso, a modo de soporte. El gusto por el empleo de estos seres mitológicos en muebles de cierta solemnidad queda reflejado en una de las más icónicas piezas de mobiliario cortesano del momento: la Mesa de las Esfinges, conservada en el Palacio Real de Madrid desde que fuera adquirida por Carlos IV en 1803, y con la que se hizo retratar entre 1820 y 1821 Agustín Argüelles Álvarez, ministro de la Gobernación del Reino para la Península e Islas Adyacentes —de mano del pintor Ricardo María Navarrete Fox—, conservándose la obra actualmente en el Congreso de los Diputados.
No es baladí este hecho si tenemos en consideración la importancia y representatividad de este mueble, probablemente utilizado por el Consejo de Ministros de Fernando VII a tenor de la información que aportan sus cajones. En el frontal de cada uno de ellos —ocho en total— aparece una inscripción diferente, en metal dorado e inserta en una cartela con perfiles de ébano y filetes metálicos rematados en sus extremos en palmetas: «Ministerios», «Estado», «Gracia y Justicia», «Guerra», «Marina», «Hacienda», «Gobernación» y «Secretario del Consejo de Señores Ministros»; estas inscripciones informan de la documentación a la que iría destinado cada uno de los compartimentos. Sobre el tablero, cartelas metálicas con palmetas incluyen —además del escudo de España sobre el cajón de «Ministerios»— las abreviaturas de cada ministerio correspondientes al cajón anexo, incluyendo un número que se repite en cada una de las llaves.
No sólo aportan información las inscripciones sobre el posible uso de este velador, sino que son una importante fuente para poder datar la factura de la pieza en un momento determinado. Todos los ministerios citados tienen un largo recorrido histórico, salvo uno: el Ministerio de Gobernación, creado en 1812 como indica el artículo 222 de la Constitución de Cádiz y suprimido en 1823, momento en el que pasa a conocerse como Ministerio de Interior, lo que permitiría datar la pieza entre estos dos años, si bien, dadas sus características, podría acotarse su fecha de ejecución al final de la década de 1810. Aun así, quedan en el aire ciertas cuestiones, como el hecho de que exista un único cajón para Gobernación teniendo en cuenta que los Despachos creados bajo este título fueron dos: Gobernación del Reino para la Península e Islas Adyacentes y Gobernación del Reino para Ultramar. En cualquier caso, la presencia del cuero en la superficie y de los cajones, así como su factura y calidad del diseño, hacen de este mueble una verdadera mesa de memoriales destinada a albergar, con toda probabilidad, algunos de los más relevantes documentos relativos a la actividad administrativa del reino de principios del siglo XIX.
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