Francisco Moñino y Redondo
- 1789-1792
- Óleo sobre lienzo
- 78 x 65,5 cm
- Cat. P_68
- Adquirida en 1971
- Observaciones: Procedencia: marqueses de Miraflores
Adquirida por el Banco de España en fecha tardía (1971) respecto a su momento de producción, la obra procede de la familia de los marqueses de Miraflores, que poseyeron también los retratos goyescos de la marquesa de Pontejos (c.1786, hoy en la National Gallery of Art de Washington D. C.), y el de José Moñino y Redondo, conde de Floridablanca, de 1782, el icónico lienzo que hoy forma parte de la Colección Banco de España.
Aunque se ha considerado en ocasiones un retrato del conde de Floridablanca, debe de ser en realidad el retrato de su hermano Francisco, marqués consorte de Pontejos a través de su matrimonio con María Ana de Pontejos y Sandoval, pintada por Goya en el también citado e inolvidable retrato de Washington. La identificación se afirma por el parecido con otro retrato de cuerpo entero —con cartela pintada en que se indica la personalidad del retratado— que fue vendido en el mercado artístico madrileño durante la década de 1980 y con el cual coincide plenamente.
La banda que ostenta el personaje es la de la orden de Carlos III, de la cual porta también la Gran Cruz. La banda permite también fechar el cuadro, pues los colores que muestra —ancha banda celeste con perfiles blancos—, fueron sustituidos por la disposición inversa —banda blanca con perfiles celestes— por el Real Decreto de 12 de junio de 1792. Dado que la Gran Cruz fue cedida a Francisco Moñino por su hermano el conde de Floridablanca (de modo un tanto irregular), en 1789, el lienzo debió de pintarse entre 1789 y 1792.
La atribución a Goya bajo la que fue adquirida la obra, aunque sugestiva y en cierto modo explicable dada su genérica semejanza con los retratos goyescos de otros miembros de la nobleza madrileña realizados en torno a 1790, no parece que pueda sostenerse con rigor ante ciertas indudables durezas de ejecución y un evidente tono plano que impide considerarlo de la misma mano que, en 1786, realizara el soberbio retrato de su esposa.
Si recordamos que Francisco Folch de Cardona había sido director de la Escuela de Dibujo de Murcia y se hallaba en excelentes relaciones con la familia murciana de Floridablanca — que se trasladó a Madrid precisamente en 1789 bajo su protección— y, sobre todo, si tenemos en cuenta la semejanza de estilo con el retrato de Juan de Piña, obra de Folch de Cardona que también pertenece a la colección, se puede afirmar la atribución con bastante probabilidad.
Comentario actualizado por Carlos Martín
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