Colección
falso_de_época
- 2020
- Técnica mixta. Impresión digital y documentos originales
- 42 x 59,4 cm c/u
- Edición única
- Cat. F_461
- Encargo al autor en 2019
- Observaciones: Obra compuesta por 78 elementos: impresiones digitales y documentos sobre papel Enhance 210 gr.
El Banco de San Carlos, antecedente del Banco de España, lanzó su primera emisión de papel moneda en 1783. En el siglo XIX, este medio de pago se afianzó por completo en distintas sociedades, con el impulso de la revolución industrial. Hace unos años nos parecería imposible pensar que algún día estas monedas y billetes pudieran desaparecer, pero dicho medio de pago se tambalea a principios del siglo XXI. Cada vez menos personas recurren al dinero en efectivo al realizar transacciones y la pandemia de COVID-19 ha acelerado el uso de las monedas digitales, los sistemas de transferencia de dinero digital o las plataformas de pago en línea. Por eso me pareció pertinente sumergirme en este preciso momento, y explorar el extraordinario archivo y la documentación del Banco de España para investigar aspectos formales, técnicos e historiográficos, con el fin producir una obra con un formato de atlas. No es la primera vez que hago una aproximación al papel moneda como medio artístico. En mi proyecto Guilloché (2015) utilicé el soporte de un hipotético billete como espacio apropiado para el dibujo: del retrato hasta el paisaje, con apropiación de materiales gráficos preexistentes y de las técnicas utilizadas por las grandes empresas internacionales que desarrollan, producen y distribuyen productos y soluciones para el pago, la comunicación segura y la administración de identidades. En el ciclo El Capital. La Mercancía. El Dinero (2015) exploré los bajos fondos de la Web profunda, en búsqueda de falsificadores de moneda en la época de las redes sociales.
El papel moneda es, literalmente, un pedazo de papel inerte que forma parte de la estructura del movimiento del capital y que podemos sostener en la mano y manipular a nuestro antojo; un papel impreso, con diversos diseños, marcas y firmas cuyo fin es ayudar a garantizar su autenticidad. Los billetes actuales se elaboran con un papel especial hecho de fibras alargadas de algodón y con técnicas de impresión muy complejas. El artista ha sido reemplazado gradualmente por programas informáticos de cálculo gráfico que interpretan ecuaciones y producen todo tipo de gráficos y curvas matemáticas, hipotrocoides y epitrocoides, en forma de guillochés. La esteganografía, la suma de verificación, los efectos ópticamente variables, los táctiles, los interactivos y los ocultos, como la marca de agua digital, el hilo de seguridad, la impresión calcográfica, la microimpresión, la constelación de EURión, el hilo de seguridad, las bandas o parches holográficos, el motivo de coincidencia, la banda iridiscente, las tintas OVI, las fibrillas invisibles luminiscentes o las tintas de aspecto variable. El objetivo principal de esta impresión de seguridad es evitar la falsificación, adulteración y manipulación, o que la alteración de los datos no se produzca sin que sea detectada. En todos los países existen normas que limitan la reproducción de imágenes de billetes. La falsificación de moneda constituye un delito y, aunque las normas no son iguales en los diferentes países, la reproducción de imágenes de billetes —incluso con fines artísticos o publicitarios— está totalmente prohibida en algunos de ellos. Ya el billete más antiguo que se conserva, un yuan de 1375 (dinastía Ming), hace referencia en sus textos a los castigos que se impondrán a sus falsificadores. Desde las primeras técnicas artísticas de grabado, el billete no ha parado de defenderse de una constante en todas las culturas y civilizaciones: la falsificación e imitación de obras originales.
La cuestión del original y la copia, realidad y ficción, verdadero o falso, debate recurrente en el mundo del arte, marca una línea argumental en todo el atlas falso_de_época. En la era de las tecnologías de la información y la comunicación, y también de la clonación digital, los límites de autoría se han ido difuminando, hasta el punto de que se confunda la noción de obra original, réplica, copia, falsificación, imitación, pastiche y versión.
falso_de_época hace un recorrido heterodoxo por ese peculiar mundo de la falsificación. Incluye desde documentos recabados en el excelso archivo del Banco de España hasta imágenes obtenidas mediante sofisticadas técnicas policiales y forenses. Ampliaciones microscópicas se entrelazan con el legajo de archivo, falsos de época con billetes y documentos auténticos, lo plásticamente formal con lo burocrático, la realidad con el recurso artístico. Historias de delincuencia, fruto de las investigaciones de la Brigada de Investigación del Banco de España, contrastan con otras de arte de dedicación y paciencia infinitas, o de activismo político, héroes y clandestinidad durante la Guerra Civil y el franquismo. Historias anónimas, pero también con nombres propios. Como la de Mariano Conde, el falsificador más famoso que recuerda la picaresca española. Estando en 1905 en la cárcel de Ceuta, el general Bernal, gobernador de la plaza, dudó de sus habilidades. Dos meses después, el general se quedó atónito ante la noticia de que la fuerza que guarnecía un polvorín lo hubiera abandonado por orden suya. Indagando sobre el tema, le llegó la orden con su firma falsificada, así como los sellos y demás papeles pertinentes. O la historia de Laureano Cerrada, el ferroviario de Miedes de Atienza, posiblemente el más grande y más conocido falsificador de la militancia anarquista. En 1945, en Francia, en la clandestinidad, monto un equipo de falsificación de la peseta con intención de desbaratar, en lo posible, la economía española. Con el dinero falsificado se compraron camiones y se creó la llamada Empresa de Transportes Galicia, con la que se pretendía inundar la Península de billetes. Al mando de esta operación estaba su inseparable Luis Robla. Con el paso de los años se fueron ampliando los objetos falsificados: monedas, lotería, documentación, contratos de trabajo, títulos de propiedad e incluso testamentos (solo como anécdota, cabe recordar las falsas entradas a la plaza de toros de Nimes, de la que triplicó el aforo, con los disturbios que esta acción provocó, observados por el propio Cerrada desde un hotel cercano). Entre los colaboradores de su equipo de falsificación, encontramos, por ejemplo, al dibujante Guillembert, a Pedro Moñino, a Antonio Verardini, a la artista y grabadora libertaria Madeleine Lamberet o a Mai Piquerai. Otros nombres propios de esa época de luchas y clandestinidad fueron Cipriano Damiano, Lucio Urtubia, Agustín Centelles, Ramón Álvarez Palomo, José Riera García — Riereta—, Amadeo Casares Colomer — Peque—, Esteban Pallarols — Riera—, Escobar, Génesis López, Leoncio Sánchez, Raimundo Jiménez, Segismundo Martínez, o el pintor madrileño Domingo Malagón. Y quién no ha oído hablar recientemente de las hazañas de Juan Pedro González Sánchez. Este murciano hizo realidad la fantasía colectiva de fabricar dinero sin salir de casa. Durante trece años logró actuar, en secreto, como el gran falsificador del euro. Hasta el Banco Central Europeo advirtió del peligro que entrañaba la calidad de sus billetes. Un mundo que pertenece al archivo y que pronto dejará de ser reconocible. Ahora la moneda es un protocolo, es un medio digital criptoactivo de intercambio que funciona a través de una base de datos descentralizada, usualmente una cadena de bloques; que utiliza criptografía fuerte para asegurar las transacciones, controlar la creación de unidades adicionales y verificar la transferencia de activos mediante tecnologías de registro distribuido.
falso_de_época, este atlas iconoclasta, alude, en definitiva, a un mundo pretérito que se ha transformado de forma radical, donde el billete se hace código, la economía se vuelve digital, el software se come el mundo, las matemáticas llaman al orden social, la seguridad cuestiona la realidad, lo mecánico es algoritmo, y el hacker es el nuevo artista moderno, el nuevo falsificador.
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