Colección
Dar a ver el tiempo
- 2024
- Impresión giclée
- 100 x 60 cm
- Cat. F_505
- Observaciones: Ocho fotografías consecutivas: 9.29, 9.39, 11.46, 11.49, 12.01, 12.35, 12.36
Como fotógrafo documentalista interesado por las tensiones provocadas por el crecimiento urbano en la geografía, la antropología, la historia y la sociología, Manolo Laguillo es consciente de la necesidad de reflexionar sobre los límites del medio, de modo que en su trabajo siempre hay un componente de ensayo. En lógica con sus intereses en torno a la arquitectura y sus implicaciones históricas y sociales, en 2020 recibió un encargo del Banco de España para indagar visualmente en la obra del arquitecto de su sede, Eduardo de Adaro. El artista definió así el trabajo: «Como se trataba de ir más allá de la mera reproducción, de fotografiarla con intención para erigir un discurso que la representara, me decanté por una aproximación no exenta de subjetividad, es decir, alejada de los tics de la fotografía de arquitectura al uso. He querido construir una serie coherente de fotografías que, en continuidad con mi trabajo, sitúe el de este arquitecto de la Restauración bajo una nueva luz».
En este caso, Laguillo ha seleccionado varias de las fotografías dedicadas al icónico reloj de torre con campanas de David Glasgow que, desde el 1 de enero 1891, da la hora desde el chaflán de Cibeles del edificio y que sigue siendo a día de hoy el gran símbolo de la institución y uno de los más señalados de la ciudad. Laguillo retrata el reloj mediante una lenta aproximación, como en una secuencia temporal no exenta de suspense, desde el exterior al interior. Así, la imagen pública de la institución acaba abriéndose para mostrar perspectivas reservadas a pocos: en primer lugar, el reloj visto desde las techumbres y desde atrás; y, a continuación, como en una vivisección, su complejo y atractivo mecanismo, hasta concluir en la enigmática presencia del péndulo de hierro y madera suspendido sobre un suelo de cemento. Desvela así la imagen más íntima e inesperada del reloj que permitió aportar una objetividad al inicio de las sesiones de las juntas de accionistas (y, por tanto, forzar la puntualidad de sus participantes), una función que el tiempo hizo expandirse hasta la esfera pública, es decir, a los viandantes. Y es precisamente esa posición, la del caminante urbano, la primera que toma Laguillo en las imágenes que prologan estas de los interiores, especialmente sorprendentes por desvelar el modo en que la tecnología parece violentar la arquitectura, apoderarse de ella traspasando los límites naturales del edificio, atravesando su natural distribución de plantas. En ese sentido, Laguillo muestra el modo en que la tecnología del tiempo se impone como hegemónica frente a cualquier otra consideración. Y es que, si la arquitectura de Adaro mostraba todos los avances de su momento y una mentalidad adelantada a las necesidades de la modernidad, no lo hacía en menor medida el trabajo del relojero David Glasgow, quien en 1899 determinó que la máquina de su reloj debía reunir todos los adelantos técnicos y la mayor precisión. En palabras de la especialista Amelia Aranda Huete: «El péndulo se construiría con compensación térmica y la medición del tiempo no variaría más que cuatro o cinco segundos por semana. [Glasgow] estableció también que los relojes para el interior del Banco estarían gobernados por este principal».
Las fotografías de Laguillo están dispuestas cronológicamente y con la indicación de la hora y el minuto en que se tomaron. Con ello trata de marcar que, también para el fotógrafo, el tiempo es determinante: el de exposición, el que determina la luz, el que imponen los horarios laborales, de ahí que registre sus recorridos; interesa a Laguillo que los espectadores puedan saber dónde y cuándo se ha detenido y qué ha llamado su atención; que ese acercamiento, esa suerte de acecho del fotógrafo quede grabado: primero desde la calle, en seguida sobre las cubiertas y, al final, entrando en el interior. En este caso, además, ha eliminado el color para que las fotografías se homogeneicen formalmente y den prioridad al reloj como tema. La disposición de cada una de las imágenes en este conjunto también es relevante, pues remite a la propia del conjunto del reloj, como si se tratara de una reconstrucción esquemática a partir de fragmentos: arriba la esfera y la campana, en el centro la maquinaria, abajo el péndulo.
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