Biombo chino (weiping) de madera calada con placas de porcelana esmaltada
- 1850-1900
- Madera de palo de rosa y porcelana esmaltada estilo familia verde
- 208,5 x 44,5 x 5 cm c/u
- Cat. O_31
- Adquirida en 1966
- Observaciones: Segunda mitad del siglo XIX, dinastía Qing (1644-1911). Actualmente dividido en dos biombos de cuatro paneles cada uno.
El biombo chino posee una tradición artística y decorativa legendaria cuyos orígenes se remontan a las antiguas cortes imperiales, donde cumplía diversas funciones: dividir espacios, proporcionar privacidad y servir como un majestuoso telón de fondo en ceremonias y eventos de gran relevancia. No obstante, los biombos no eran meros objetos funcionales, sino auténticas obras de arte impregnadas de un profundo significado cultural. Así, no solo se aportaba belleza y sofisticación a la obra con la elección de los materiales sino que, a través de sus intrincados diseños y de los motivos simbólicos meticulosamente trabajados en la madera y pintados sobre la porcelana, también se reflejaba el estatus y el gusto refinado de sus propietarios.
Este biombo de ocho hojas es conocido en mandarín como weiping o «biombo alado» porque, al carecer de base de apoyo, se disponía en forma de zigzag. En su construcción y ornamentación se emplearon materiales nobles, como la madera de palo de rosa y las placas de porcelana vidriada y ornamentada con esmaltes en estilo familia verde. Los paneles de madera tallados y calados a base de roleos vegetales con motivos como la doble calabaza, símbolo de larga vida y salud, evocaban el diseño de las ventanas y las puertas de la arquitectura tradicional china. Elaborados sin el uso de pegamento ni clavos, su sistema de ensamblaje permitía que los paneles de porcelana flotaran dentro de sus marcos, lo que les permitía adaptarse a leves expansiones y contracciones en la madera provocadas por las variaciones de temperatura y humedad.
La porcelana es la gran protagonista de esta pieza. Sus 40 placas, moldeadas con formas rectangulares, cuadrangulares y redondas, están decoradas con diversos motivos que remiten a la tradición de la pintura china a tinta, que es realizada en esta pieza sobre porcelana con esmaltes de estilo familia verde. Esta paleta de color, que utilizaba esmaltes traslúcidos con un predominio del verde, se desarrolló durante el reinado del emperador Kangxi (1662-1722) aunque, en la segunda mitad del siglo XIX, este estilo policromo también sirvió de inspiración a los artífices chinos. Los motivos incluyen escenas narrativas con animales mitológicos y reales, ramas florales con aves e insectos, y figuras cortesanas inspiradas en los grabados de la literatura clásica.
La decoración de las placas rectangulares y cuadradas situadas en la parte superior del biombo se caracteriza por escenas de corte en las que aparecen letrados, más conocidos en español como mandarines. Este término fue acuñado por los portugueses en el siglo XVI para referirse a las personas que «mandaban», es decir, a los responsables de la gestión política y administrativa de China. Los mandarines accedían a su posición tras superar un exigente sistema de oposiciones, en el que se evaluaban sus conocimientos de leyes y matemáticas, así como su cultura general. Se valoraba especialmente el dominio de la literatura, los textos confucianos —que establecían un sistema de normas y rituales sociales— y sus habilidades caligráficas. Las figuras visten túnicas adornadas con motivos simbólicos bordados en el pecho y el característico sombrero de dos alas.
También se representan en estas placas superiores guerreros con espadas, damas de corte y niños jugando con el característico peinado de un único mechón negro en la frente.
En las placas rectangulares, estos personajes aparecen realizando diversas actividades en jardines decorados con pinos (símbolo de longevidad por su verdor perenne) y con rocas horadadas. Según la filosofía taoísta, estas rocas representan las montañas del paraíso donde residían los inmortales, y son una manifestación de la «energía» o qi congelado. Además de reflejar el paso del tiempo, eran consideradas símbolos mítico-religiosos y auténticos objetos de veneración.
En las placas cuadrangulares, las figuras se representan sobre un fondo de edificaciones palaciegas que pueden verse desde el jardín: edificios completamente abiertos al exterior, separados entre sí por patios, galerías o terrazas. El interior de estas edificaciones se vinculaba siempre al jardín, conformando una unidad en la que se difuminaban los límites entre el espacio interior y el exterior. Además, los interiores aparecen decorados con biombos pintados, que se adaptaban a las diferentes funciones y necesidades de la corte.
Las placas redondas se concentran en la parte central del biombo y están ornamentadas con animales procedentes tanto de la mitología como del mundo real. Entre ellos se encuentra un animal mítico, el qilin: un cuadrúpedo bicorne con cuerpo de ciervo, cola de buey, cabeza de lobo y cascos de caballo, símbolo de magnificencia y rango, que cabalga volando para no herir a los insectos ni a las briznas de hierba con sus cascos. También figuran tres cabras, símbolo de la primavera, del sol y del yang; dos leones (uno de ellos jugando con una pelota), animales guardianes y protectores, símbolo de Buda y de la religión budista; dos ciervos moteados sika, asociados a la longevidad, ya que, según la leyenda, son los únicos animales capaces de encontrar el hongo sagrado (lingzhi) de la inmortalidad. Asimismo, se representa un camello, considerado un animal exótico en China, que desempeñaba un papel fundamental en el transporte de mercancías a lo largo de la Ruta de la Seda; un elefante, símbolo de prudencia, sabiduría y fuerza, y, por último, un tigre, uno de los animales más reverenciados en la cultura china, emblema de protección y poder.
Respecto a la parte inferior del biombo, las placas cuadrangulares y rectangulares aparecen ornamentadas con ramas florales, entre ellas la del crisantemo, símbolo del otoño y de la vida retirada del letrado; la del loto, emblema de pureza para los budistas y taoístas; la peonía, símbolo del amor y la belleza, y la rama del ciruelo, asociado tanto al invierno, la longevidad y el sabio Confucio como al nacimiento de Laozi, fundador del taoísmo, quien, según la leyenda, vino al mundo al pie de un ciruelo. A dichas ramas florales se añaden insectos y pájaros, inspirándose en los grabados y la pintura a tinta. Este tipo de composiciones reflejan la influencia de la tradición pictórica de la dinastía Song (960-1279), en la que desempeñaron un papel fundamental el detallismo naturalista y el simbolismo de las flores representadas.
Bibliografía
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