Collection
Esta composición, en la que destaca la combinación de verdes, grises y amarillos, muestra un cromatismo habitual en la pintura de Francisco Bores. En un espacio esencialmente plano, coincidente con el de la propia superficie pictórica, se aprecian formas trazadas con pinceladas gruesas, sueltas y espontáneas que logran una síntesis sutil de línea, color y espacio. Por medio de ellas se sugieren figuras de objetos, como un jarrón con flores, un frutero y una pieza de fruta. Es un buen ejemplo de una sabia combinación de espontaneidad con armonía y equilibrio. Desde los años treinta, en sus numerosos bodegones, Bores había ido adoptando el legado del cubismo, pero distanciándose de su austeridad constructiva para orientarlo hacia lo intuitivo, lo gestual y espontáneo. A partir de los cuarenta ha encontrado ya un lenguaje completamente propio que se materializará en numerosas naturalezas muertas. En este gouache destacan las pinceladas fluidas y la equiparación de fondo y figura, alejado de cualquier tentación literaria. También es un buen ejemplo del carácter de su pintura, atenta a las cosas cotidianas y volcada hacia una figuración lírica que parte de presupuestos cercanos al interés por los valores plásticos propio de la abstracción. La necesidad de agregar espontaneidad e intuición al cubismo que Bores sintió en París a partir de las décadas de los veinte y los treinta quedará como un sustrato que alcanza hasta sus bodegones de los sesenta.
El lienzo se realizó en la época en que su íntimo amigo y protector Tériade editó una monografía sobre él, con un texto de Jean Grenier. De este mismo periodo data la Nature morte au pichet, que también forma parte de la Colección Banco de España. Ambas obras reflejan la pervivencia en su trabajo tardío de las líneas maestras de la Escuela de París y son excelentes testimonios de su renovación del género de la naturaleza muerta en el arte moderno del siglo XX.
One of the most striking qualities of Francisco Bores’ works is their sense of balance and intimacy. He knew the paintings of the first generation of the Paris School well and incorporated features of synthetic cubism, especially as exemplified by Juan Gris. Like Gris, Bores began his canvases as abstracts and later added allusions to reality. With the exception of those painted around 1928, his works always include some reference to the visual world.
Still life with Jug (1961) dates from one of the most interesting periods of his career, when his search for space was characterised by a strong feeling of harmony in composition. The gouache Still Life (1960), recently added to the Banco de España Collection, is from the same period. It is further evidence that his later works still show traces of the tenets of the Paris School and his life-long debt to cubism. As such, this work is largely indistinguishable from his cubist paintings of the 1930s.
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