El artista alemán Wolfgang Tillmans vive entre Berlín y Londres. Realizó en 1988, con tan solo veinte años, su primera exposición individual. En 1990 algunas de sus fotos sobre la vida nocturna gay en Hamburgo se publicaron en la revista británica i-D. Atraído por retratar la vida moderna, la cultura juvenil y el clubbing, amplió al tiempo su temática a la vida cotidiana: «Mi punto de partida es tomar imágenes contemporáneas, hacer arte que te haga sentir qué es estar vivo hoy en día». Su trabajo se ha relacionado tanto con el pintor del siglo XIX Gustave Courbet en la búsqueda voraz del realismo, como con autores pop como Andy Warhol, Robert Rauschenberg y Sigmar Polke, siempre entendiendo que no concibe su producción inmersa en una historia de la fotografía, sino en una historia general del arte. Su obra videográfica, que empezó a presentar la década pasada, se conecta con el cine de Warhol: una cámara fija y sonido directo que captan la vida sin filtros ni montajes, que reflejan lo absurdo y aburrido de la cotidianidad. Desde principios de esta década se ha centrado en la fotografía digital, si bien se niega a manipular la imagen.
En el año 2000 comenzó a presentar fotografías abstractas junto a sus conocidas imágenes de paisajes, naturalezas muertas, retratos o escenas cotidianas, que colgaba como si se tratara de un patchwork, en muchas ocasiones sin montar y directamente sobre la pared junto a fotocopias o recortes de revistas. De esta manera, sus exposiciones tienen un claro paralelo en sus publicaciones, que deben entenderse como libros de artista. Sus imágenes abstractas son hijas del azar: se sirve del papel fotográfico —a veces sin impresionar, en otras expuesto a diferentes fuentes de luz de colores—, que deja contaminar en la máquina de procesado por el agua y los restos de productos químicos, especialmente el nitrato de plata, generando arañazos y marcas que alteran tanto el color como la superficie física del papel. Es lo que Tillmans considera fotografía «pura» al registrarse fundamentalmente la luz como base de las posibilidades plásticas del medio. Tillmans desafía con su trabajo los límites entre lo abstracto y lo figurativo, o la alta y la baja cultura.
Ha expuesto individualmente en el Museo Reina Sofía (Madrid, 1998); el Palais de Tokyo (París, 2002); el MoMA PS1 (Nueva York, 2006); la Serpentine Gallery (Londres, 2010); el Moderna Museet (Estocolmo, 2012); el Metropolitan Museum (Nueva York, 2015); o el Museu Serralves (Oporto, Portugal, 2016), entre otros lugares. Es Premio Hasselblad (2015) y Premio Turner (2000), con el que se convirtió el primer extranjero y el primer fotógrafo en recibir ese galardón.
El artista alemán Wolfgang Tillmans vive entre Berlín y Londres. Realizó en 1988, con tan solo veinte años, su primera exposición individual. En 1990 algunas de sus fotos sobre la vida nocturna gay en Hamburgo se publicaron en la revista británica i-D. Atraído por retratar la vida moderna, la cultura juvenil y el clubbing, amplió al tiempo su temática a la vida cotidiana: «Mi punto de partida es tomar imágenes contemporáneas, hacer arte que te haga sentir qué es estar vivo hoy en día». Su trabajo se ha relacionado tanto con el pintor del siglo XIX Gustave Courbet en la búsqueda voraz del realismo, como con autores pop como Andy Warhol, Robert Rauschenberg y Sigmar Polke, siempre entendiendo que no concibe su producción inmersa en una historia de la fotografía, sino en una historia general del arte. Su obra videográfica, que empezó a presentar la década pasada, se conecta con el cine de Warhol: una cámara fija y sonido directo que captan la vida sin filtros ni montajes, que reflejan lo absurdo y aburrido de la cotidianidad. Desde principios de esta década se ha centrado en la fotografía digital, si bien se niega a manipular la imagen.
En el año 2000 comenzó a presentar fotografías abstractas junto a sus conocidas imágenes de paisajes, naturalezas muertas, retratos o escenas cotidianas, que colgaba como si se tratara de un patchwork, en muchas ocasiones sin montar y directamente sobre la pared junto a fotocopias o recortes de revistas. De esta manera, sus exposiciones tienen un claro paralelo en sus publicaciones, que deben entenderse como libros de artista. Sus imágenes abstractas son hijas del azar: se sirve del papel fotográfico —a veces sin impresionar, en otras expuesto a diferentes fuentes de luz de colores—, que deja contaminar en la máquina de procesado por el agua y los restos de productos químicos, especialmente el nitrato de plata, generando arañazos y marcas que alteran tanto el color como la superficie física del papel. Es lo que Tillmans considera fotografía «pura» al registrarse fundamentalmente la luz como base de las posibilidades plásticas del medio. Tillmans desafía con su trabajo los límites entre lo abstracto y lo figurativo, o la alta y la baja cultura.
Ha expuesto individualmente en el Museo Reina Sofía (Madrid, 1998); el Palais de Tokyo (París, 2002); el MoMA PS1 (Nueva York, 2006); la Serpentine Gallery (Londres, 2010); el Moderna Museet (Estocolmo, 2012); el Metropolitan Museum (Nueva York, 2015); o el Museu Serralves (Oporto, Portugal, 2016), entre otros lugares. Es Premio Hasselblad (2015) y Premio Turner (2000), con el que se convirtió el primer extranjero y el primer fotógrafo en recibir ese galardón.