En 1948 Canogar entró como discípulo en el taller del pintor Daniel Vázquez Díaz en Madrid; por las tardes dibujaba en el Círculo de Bellas Artes. Sus primeras obras son paisajes, retratos y naturalezas muertas, donde comienza a experimentar con lenguajes de vanguardia como el cubismo. En 1954 su pintura se torna abstracta, con ciertos rasgos mironianos, y en 1957 se introduce de lleno en la pintura informalista, siendo miembro fundador del grupo El Paso, con unas obras donde la materia pictórica, llevada al lienzo directamente y extendida con las manos o la espátula en trazos enérgicos, crean composiciones de gran fuerza expresiva y gestual, con tonalidades reducidas de blancos, grises, pardos y el negro como color principal en la formación de la imagen. En 1964 retoma la figuración, incorporando imágenes de los medios de comunicación, de forma fragmentaria y sobre un fondo indefinido de materia pictórica, como expresión de una realidad caótica, ampliando la gama tonal. Su pintura evoluciona a un realismo crítico a partir de 1967, con cuadros poblados de figuras sin rostro que aluden a la lucha colectiva, que tienden a salir del lienzo a través del modelado con poliéster y fibra de vidrio, o la incorporación de objetos como ropa, con lo que su obra adquiere dimensiones escultóricas. Con el restablecimiento en España de las libertades políticas, Canogar vuelve a la abstracción en 1975, preocupado por los elementos intrínsecos a la propia pintura a través de una ordenación geométrica de las formas, donde el color pasa a tener una cualidad expresiva por sí mismo que ya no abandonará, excepto en las décadas de 1980 y 1990, con sus series de cabezas que homenajean el lenguaje plástico de Julio González.
Su obra ha tenido una amplia difusión internacional en exposiciones dedicadas al grupo El Paso y en eventos como las Bienales de Venecia (1956, 1958, 1962 y 1968) y São Paulo (1959 y 1971). Recientemente ha expuesto en el Museo de Arte Moderno de México (Ciudad de México, 2015); la Tate Gallery (Londres, 2015); o la Fundación Juan March (Madrid, 2016). En 1972 se le dedicó una primera exposición antológica en el Museo Español de Arte Moderno (Madrid) y, posteriormente, una retrospectiva en el Museo Reina Sofía (Madrid, 2001) y otra en el Institut Valencià d’Art Modern (València, 2013). Entre otros galardones, obtuvo en 1982 el Premio Nacional de Artes Plásticas y en 2003 la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes de España. Es académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid desde 1996.
En 1948 Canogar entró como discípulo en el taller del pintor Daniel Vázquez Díaz en Madrid; por las tardes dibujaba en el Círculo de Bellas Artes. Sus primeras obras son paisajes, retratos y naturalezas muertas, donde comienza a experimentar con lenguajes de vanguardia como el cubismo. En 1954 su pintura se torna abstracta, con ciertos rasgos mironianos, y en 1957 se introduce de lleno en la pintura informalista, siendo miembro fundador del grupo El Paso, con unas obras donde la materia pictórica, llevada al lienzo directamente y extendida con las manos o la espátula en trazos enérgicos, crean composiciones de gran fuerza expresiva y gestual, con tonalidades reducidas de blancos, grises, pardos y el negro como color principal en la formación de la imagen. En 1964 retoma la figuración, incorporando imágenes de los medios de comunicación, de forma fragmentaria y sobre un fondo indefinido de materia pictórica, como expresión de una realidad caótica, ampliando la gama tonal. Su pintura evoluciona a un realismo crítico a partir de 1967, con cuadros poblados de figuras sin rostro que aluden a la lucha colectiva, que tienden a salir del lienzo a través del modelado con poliéster y fibra de vidrio, o la incorporación de objetos como ropa, con lo que su obra adquiere dimensiones escultóricas. Con el restablecimiento en España de las libertades políticas, Canogar vuelve a la abstracción en 1975, preocupado por los elementos intrínsecos a la propia pintura a través de una ordenación geométrica de las formas, donde el color pasa a tener una cualidad expresiva por sí mismo que ya no abandonará, excepto en las décadas de 1980 y 1990, con sus series de cabezas que homenajean el lenguaje plástico de Julio González.
Su obra ha tenido una amplia difusión internacional en exposiciones dedicadas al grupo El Paso y en eventos como las Bienales de Venecia (1956, 1958, 1962 y 1968) y São Paulo (1959 y 1971). Recientemente ha expuesto en el Museo de Arte Moderno de México (Ciudad de México, 2015); la Tate Gallery (Londres, 2015); o la Fundación Juan March (Madrid, 2016). En 1972 se le dedicó una primera exposición antológica en el Museo Español de Arte Moderno (Madrid) y, posteriormente, una retrospectiva en el Museo Reina Sofía (Madrid, 2001) y otra en el Institut Valencià d’Art Modern (València, 2013). Entre otros galardones, obtuvo en 1982 el Premio Nacional de Artes Plásticas y en 2003 la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes de España. Es académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid desde 1996.