Pere Borrell del Caso

Puigcerdá (Girona) 1835 - Barcelona 1910

Por: Javier Portús

Destacado pintor activo en Barcelona, miembro de la misma generación a la que pertenecieron otros artistas catalanes como Tomás Moragas, Mariano Fortuny, Antoni Caba y Modest Urgell. Tras unos comienzos autodidactas, siguió estudios en la Escuela de Bellas Artes de la Lonja de Barcelona bajo la dirección de Claudio Lorenzale, Luis Rigalt y Pablo Milá y Fontanals. En 1868 abrió una academia particular de dibujo en Barcelona, que llegó a ser muy popular en la ciudad, a la que dedicaría una buena parte de sus esfuerzos y a través de la cual ejerció una influencia notable en las sucesivas generaciones de artistas. Esa actividad pedagógica hizo que el catálogo de su obra sea algo más escaso que el de muchos de sus contemporáneos, pues a través de sus anotaciones se sabe que hizo algo más de trescientas pinturas en veintisiete años.

Los dos principales puntos de referencia de su carrera fueron su ciudad natal y Barcelona. En Puigcerdá pasaba temporadas anualmente, y sus paisajes y sus gentes nutrieron una parte importante de su obra. Barcelona fue su lugar de residencia permanente, y la mayoría de su producción estuvo condicionada por los gustos y las expectativas del público local, del que se convirtió en asiduo retratista. Además, participó en muchas de las exposiciones colectivas que tuvieron lugar en la ciudad desde 1866, como las que organizaban la Escuela de la Lonja, la Sociedad para el Fomento de las Exposiciones de Bellas Artes o la Sala Parés. Fuera de Cataluña, participó en la Exposición Universal de París en 1878 y en alguna de las exposiciones nacionales de Bellas Artes.

Borrell fue un pintor adscrito a la corriente del realismo que dominó en Europa en la segunda mitad del siglo XIX. Aunque fue un solicitado retratista, su catálogo incluye una amplia variedad de géneros. Fue autor, así, de pinturas destinadas a edificios religiosos (como la iglesia de San Esteban Castellar del Vallés), paisajes urbanos y naturales, especialmente de la Cerdaña, escenas costumbristas, estudios de academia, bodegones, etcétera. Pero el tipo de obras que mejor lo caracterizan y que le otorgan un lugar más preciso dentro de la pintura de su tiempo son los trampantojos, representaciones en los que se extrema el efecto ilusionista y se trata de confundir lo pintado con lo real. El inicio de su dedicación al género data de 1874, a raíz de la popularidad que alcanzó Huyendo de la crítica, que participó en la Exposición de Bellas Artes. Desde entonces, no solo repitió este mismo motivo, sino que jugó con frecuencia con las posibilidades ilusionistas de colocar a un personaje en una ventana (como en La campesina con racimo de uvas), o, muy frecuentemente, asomándose e incluso saliendo de un marco fingido. Con frecuencia esos personajes eran inventados, pero en varias ocasiones utilizó ese recurso para la representación de retratos, como el de Mercé Sivatte o el de su mujer, Teresa Pla (colección particular), que aparece con las manos juntas traspasando las fronteras del marco. A partir de 1901, una enfermedad vascular le impidió seguir pintando.