En toda su producción, Pep Trujillo transita por una ruta artística cuya meta es la pintura-pintura. Dentro de esa corriente, opta por lenguajes figurativos y representativos. Formado junto a los artistas Manolo Lima y Carlos Tonelli, a principios de los ochenta, como muchos de su generación, prueba con el bad painting y expresionismo abstracto para luego buscar el lenguaje en el que realmente se sentía fiel a sí mismo. El corpus fundamental de su obra se vincula a la vertiente de la figuración.
Lo esencial es lo que más le interesa a la hora de afrontar la pintura. En estas obras de 1988 y 1989, que expuso en 1990 en la Galería Maeght de Barcelona, traslada un paisaje mental con el círculo como elemento central. En tanto que se cierra a sí mismo, representa la unidad, lo absoluto, la perfección. Es símbolo del cielo en relación con la tierra, de lo espiritual en relación con lo material. Del mismo modo se enfrenta el artista a su pintura. A veces deja el proceso de construcción visible para que el espectador sepa cuáles son todos los elementos constructivos que están involucrados en la composición. No pretende una representación verídica, objetiva e imparcial del mundo real. La verosimilitud está presente en sus telas y dibujos sobre papel, pero siempre existe una interpretación de lo visible. Lo real está transformado a partir del ojo del pintor.
A lo largo de su carrera ha expuesto en numerosas galerías, entre ellas Maeght en Barcelona y Pelaires en Palma, y sus obras forman parte de colecciones como las de Ernesto Ventós, cuya exposición «Olors» incluyó su trabajo en el palacio de la Virreina de Barcelona en 2001.
En toda su producción, Pep Trujillo transita por una ruta artística cuya meta es la pintura-pintura. Dentro de esa corriente, opta por lenguajes figurativos y representativos. Formado junto a los artistas Manolo Lima y Carlos Tonelli, a principios de los ochenta, como muchos de su generación, prueba con el bad painting y expresionismo abstracto para luego buscar el lenguaje en el que realmente se sentía fiel a sí mismo. El corpus fundamental de su obra se vincula a la vertiente de la figuración.
Lo esencial es lo que más le interesa a la hora de afrontar la pintura. En estas obras de 1988 y 1989, que expuso en 1990 en la Galería Maeght de Barcelona, traslada un paisaje mental con el círculo como elemento central. En tanto que se cierra a sí mismo, representa la unidad, lo absoluto, la perfección. Es símbolo del cielo en relación con la tierra, de lo espiritual en relación con lo material. Del mismo modo se enfrenta el artista a su pintura. A veces deja el proceso de construcción visible para que el espectador sepa cuáles son todos los elementos constructivos que están involucrados en la composición. No pretende una representación verídica, objetiva e imparcial del mundo real. La verosimilitud está presente en sus telas y dibujos sobre papel, pero siempre existe una interpretación de lo visible. Lo real está transformado a partir del ojo del pintor.
A lo largo de su carrera ha expuesto en numerosas galerías, entre ellas Maeght en Barcelona y Pelaires en Palma, y sus obras forman parte de colecciones como las de Ernesto Ventós, cuya exposición «Olors» incluyó su trabajo en el palacio de la Virreina de Barcelona en 2001.