Pancho Ortuño

Granada 1950

Por: Frederic Montornés

Formado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid (1968), Pancho Ortuño asistió a las clases impartidas por Antonio López hasta que en 1970 conoció a Fernando Zóbel, pintor y fundador del Museo de Arte Abstracto de Cuenca. En 1972 obtuvo una beca de este museo y entró a trabajar durante un año como encargado de su biblioteca de arte. A partir de 1976 y paralelamente a su carrera artística, comenzó a colaborar como crítico de arte y música en revistas especializadas, al tiempo que escribía sobre arte, pensamiento y literatura y traducía textos de arte. En 1977 obtuvo la Beca de Creación de la Fundación Juan March.

Influido en sus inicios por el expresionismo abstracto americano y el lenguaje de la Escuela de Cuenca, Ortuño se enfrenta a lienzos de grandes dimensiones, en los que vierte la pintura, que lentamente cubre toda la tela, dejando que esta actúe de forma autónoma. Desde finales de los años sesenta su arte evolucionó hacia la figuración y se dedicó a pintar retratos y paisajes de Trujillo, ciudad donde se instaló con su mujer y cuya estética admira profundamente.

Su primera exposición individual se celebró en 1975, con el marchante de arte Enrique Gómez Acebo, en la Galería Egam. En 1974 participó en la Bienal Internacional del Grabado de Segovia, aunque fue su contacto con la Galería Juana Mordó lo que realmente impulsó su carrera. Tras su primera exposición individual en 1977 en esta galería, Ortuño tuvo la oportunidad de conocer de cerca la obra de artistas como Antonio Saura, Manuel Millares, Luis Feito, Antoni Tàpies, Joan Miró o Josep Guinovart. En 1979 sus obras se mostraron en una exposición colectiva organizada por los críticos de arte Juan Manuel Bonet, Quico Rivas y Ángel González con el título «1980. Diez jóvenes pintores», una muestra en la que participaron artistas como José Manuel Broto, Gerardo Delgado, Carlos Alcolea y Manolo Quejido, entre otros. Un año más tarde, en 1980, participó en otra exposición colectiva de gran trascendencia, «Madrid D. F., aspectos de la nueva escena plástica madrileña». Tras el fallecimiento de Juana Mordó en 1984 Ortuño regresó a Cuenca, donde ejerció como profesor en la universidad durante tres años y dirigió, durante ocho, la Escuela Taller de Trujillo. Posteriormente decidió abrir una empresa propia de restauración y rehabilitación de patrimonio cultural y limitarse a pintar para sí mismo.