Miguel Ángel Tornero

Baeza 1978

Por: Álvaro de los Ángeles

La obra de Miguel Ángel Tornero ha ido evolucionando desde una fotografía surgida del ámbito cercano al autor, una suerte de autobiografía visual (en series como Pretérito Imperfecto Compuesto, 2004, o Por ahora todo va bien, 2007), hasta encontrarse en lo azaroso del encuentro (The Random Series, 2010-2015). Este encuentro enfrenta lo personal con lo externo, lo urbano descubierto en diferentes ciudades, entendido como una forma compleja de explicarse a uno mismo en ámbitos de diferencias reseñables. Esta serie desembocó en la publicación que, con el mismo título, recibió el Premio Nacional al Mejor Libro de Arte en 2014.

La fotografía no solo es un espejo o una ventana en su trayectoria, sino también un objeto que emana luz y sentido, que se erige en medio y lenguaje, en soporte y discurso (Photophobia, 2012-2017). Y, en otros casos, como la serie anterior Collage! Courage! (2008-2009) o La noche en balde (2011-2019), a la que pertenecen estas dos obras, la fotografía es material que se desgarra y se compila, se une y se asocia para generar tridimensionalidad. Curiosamente, estas tres dimensiones no convierten las obras en objetos hiperrealistas o meros simulacros de realidad, sino que las acercan más a la obra pictórica o escultórica que a la estrictamente fotográfica. En cualquier caso, la imagen es elemento consustancial, material necesario, conclusión lógica…, de su trabajo.