Mariano Fortuny y Madrazo

Granada 1871 - Venecia 1949

Por: Roberto Díaz

Artista polifacético cuyo trabajo se desarrolló en campos tan diversos como la pintura, el grabado, el diseño industrial, la indumentaria y el diseño de tejidos, la escenografía, la luminotecnia y la fotografía, dentro de un estilo ecléctico influenciado por las culturas mediterráneas preclásicas, la Grecia clásica, el Renacimiento y las culturas orientales del norte de África y de Japón. Su padre fue el pintor orientalista Mariano Fortuny y Marsal y su madre Cecilia de Madrazo, siendo de esta forma descendiente por línea materna de la familia más influyente de la pintura española del siglo XIX. A la muerte temprana de su padre, Mariano Fortuny y Madrazo se formó en París desde 1874 junto con su tío Raimundo de Madrazo, hasta 1889, cuando se trasladó a Venecia, donde estableció su taller, primero en el palacio Martinengo y, desde 1899, en el palacio Orfei, actual museo que lleva su nombre. Su interés desde entonces lo acercó a la escenografía y las técnicas de iluminación teatral, impulsado por su pasión por las óperas de Wagner. En 1901 patentó un procedimiento de iluminación por luz indirecta denominado «Sistema Fortuny» y, en 1903, la «Cúpula Fortuny», un ciclorama situado en la parte posterior del escenario que servía como pantalla y que explotaba todas las posibilidades de la luz indirecta, que instaló en 1920 en La Scala de Milán para la representación de Parsifal. En 1906 viajó a Grecia con su mujer y colaboradora Henriette Negrín. Fue entonces cuando diseñó sus dos célebres prendas, el chal estampado Knossos y el famoso Delphos, vestido femenino a modo de túnica de seda plisada, inspirado en el chitón jónico. En 1911 creó la sociedad Mariano Fortuny para comercializar tejidos y, en 1919, la Sociedad Anónima Fortuny, introduciendo en este campo novedosos procedimientos técnicos junto con ancestrales procesos artesanales. En el campo del diseño industrial destacan sus lámparas de metal y seda, como las que diseñó para la «Exposición de trajes regionales de Madrid» en el Palacio de Bibliotecas y Museos (Madrid, 1925). Dentro de las artes plásticas destacan sus pinturas de retratos femeninos, paisajes venecianos y temas wagnerianos, en un estilo cercano al simbolismo con la obtención del color en una especie de témpera de su invención, así como su labor como grabador.

Fue premiado con Medalla de Oro en la Exposición de Múnich de 1896 y tomó parte en la de la Sociedad Nacional de Bellas Artes de París de 1899, en la de Artes Decorativas de París de 1911 y en la Internacional de Milán de 1935, entre otras.