Manuel Hernández Mompó

València/Valencia 1927 - Madrid 1992

Por: Roberto Díaz

Mompó es una de las figuras más destacas de la abstracción pictórica española de los años sesenta con un lenguaje personal que aúna la tradición lumínica valenciana con los lenguajes de vanguardia, desde el cubismo sintético, la pintura sígnica de Paul Klee o Joan Miró hasta las corrientes informalistas europeas. De padre pintor y profesor de dibujo, Mompó heredó la vocación e ingresó con trece años en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de València (1940-1942), para, dos años después, pasar a la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de la misma ciudad (1943-1949), donde conoció a Javier Clavo, quien lo influyó decisivamente en su ruptura con el academicismo. Decidió entonces viajar a París en 1950; permaneció allí durante seis meses, que fueron decisivos en la evolución y desarrollo de su pintura. Entró en contacto con la obra de los cubistas, de artistas como Paul Cézanne o Henri Matisse y, principalmente, con los mencionados Klee y Miró. Posteriormente residió en Roma, becado en la Academia Española en 1954; al año siguiente, en Holanda, para regresar a España en 1957. Su pintura de estos años parte del cubismo analítico y la obra de Klee, en composiciones que tienden ya a lo sintético, simplificadas en líneas y planos de color. Durante los años sesenta su obra va progresivamente desfigurándose en un lenguaje personal sígnico de esencia gráfica y cierta espontaneidad infantil, con el que traduce la cotidianeidad de la vida a una síntesis constructiva de la realidad reducida a su esencia. Una primera estancia en Ibiza en 1963 introdujo en su obra otro elemento definitorio, la luz expresada por un tratamiento blanquecino de los fondos, que fue dominando su pintura. La continua desmaterialización de sus obras tiene su culmen con la serie Alarós (1977-1982), cuyo título remite a la localidad mallorquina donde residió desde 1970 y en la que sus formas sintetizadas de color se mueven por la superficie transparente del metacrilato que emplea como soporte, liberándolas e integrándolas en el espacio real.

Desde su primera muestra individual en 1954, Mompó tuvo una constante presencia en el contexto nacional, participando en la exposición inaugural de la Galería Juana Mordó de Madrid en 1964, a la que estuvo vinculado. También expuso en galerías europeas de Róterdam, Lisboa, Múnich, Düsseldorf o Helsinki y en muestras colectivas sobre arte español en París, Lisboa, Ámsterdam, Berlín, Viena, Copenhague, Bruselas, Nueva York o Tokio. Entre sus exposiciones antológicas destacan las organizadas por el Museo de Bellas Artes de Caracas (1982); la Sala Parpalló (València, 1984); el Institut Valencià d’Art Modern (València, 1991); la Sala Amós Salvador (Logroño, 1997); el Museo Pablo Serrano (Zaragoza, 2001); o el Museo de Arte Abstracto Español (Cuenca, 2002). Entre los galardones recibidos destacan el Premio Unesco en la Bienal de Venecia (1968), el Premio Nacional de Artes Plásticas (1984) y, a título póstumo, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1992).