Van der Hamen nació en Madrid, hijo de Jehan van der Hamen, que era miembro de la guardia real flamenca de Archeros, que custodiaba al rey y a la que el propio artista se incorporó en 1622. Este puesto fue importante para su carrera, ya que le dio acceso a la corte, y la pertenencia al mismo le confería prestigio social. Se casó con Eugenia Herrera en 1615 y la pareja tuvo un hijo, Francisco van der Hamen (m. 1639), que también fue pintor, pero del que hoy no se conoce ninguna obra. Su hermano, Lorenzo van der Hamen (1598-1664) tomó las órdenes religiosas y fue un conocido escritor e historiador. En 1627, Van der Hamen solicitó el título de pintor del rey a la muerte de Bartolomé González, junto con otros artistas, pero la plaza quedó desierta. Van der Hamen participó en la vida cultural de la época a través de su amistad con escritores —Lope de Vega, Luis de Góngora, Juan Pérez de Montalbán— que alabaron en verso sus bodegones y retratos. Su temprana muerte fue muy lamentada en los círculos literarios de la corte.
La aparición de un gusto generalizado por la pintura de bodegones y flores en el Madrid de principios del siglo XVII se asocia a la carrera de Juan van der Hamen. Sus cuadros fueron adquiridos por el rey Felipe IV y algunos de los coleccionistas más distinguidos de su corte. Su primer encargo documentado data de 1619, y consiste en pintar un sexto bodegón para complementar otros cinco comprados en la almoneda de los bienes muebles del arzobispo de Toledo, Bernardo de Sandoval y Rojas (m. 1618) para decorar la Galería de Mediodía del palacio real de El Pardo. También pintó cuadros religiosos, algunos de los cuales, firmados en 1625, se encuentran en el real convento de la Encarnación, y también retratos, si bien fue conocido sobre todo por sus bodegones. Aunque le molestaba su reputación en este tipo de temas «menores», fueron el pilar de su carrera y hoy se conocen más obras de este tipo del artista que de cualquier otro de su generación. El pintor de bodegones Antonio Ponce (1608-1677) fue aprendiz de Van der Hamen (1624) y fue el artista que se mantuvo más fiel a las fórmulas de su maestro.
Van der Hamen nació en Madrid, hijo de Jehan van der Hamen, que era miembro de la guardia real flamenca de Archeros, que custodiaba al rey y a la que el propio artista se incorporó en 1622. Este puesto fue importante para su carrera, ya que le dio acceso a la corte, y la pertenencia al mismo le confería prestigio social. Se casó con Eugenia Herrera en 1615 y la pareja tuvo un hijo, Francisco van der Hamen (m. 1639), que también fue pintor, pero del que hoy no se conoce ninguna obra. Su hermano, Lorenzo van der Hamen (1598-1664) tomó las órdenes religiosas y fue un conocido escritor e historiador. En 1627, Van der Hamen solicitó el título de pintor del rey a la muerte de Bartolomé González, junto con otros artistas, pero la plaza quedó desierta. Van der Hamen participó en la vida cultural de la época a través de su amistad con escritores —Lope de Vega, Luis de Góngora, Juan Pérez de Montalbán— que alabaron en verso sus bodegones y retratos. Su temprana muerte fue muy lamentada en los círculos literarios de la corte.
La aparición de un gusto generalizado por la pintura de bodegones y flores en el Madrid de principios del siglo XVII se asocia a la carrera de Juan van der Hamen. Sus cuadros fueron adquiridos por el rey Felipe IV y algunos de los coleccionistas más distinguidos de su corte. Su primer encargo documentado data de 1619, y consiste en pintar un sexto bodegón para complementar otros cinco comprados en la almoneda de los bienes muebles del arzobispo de Toledo, Bernardo de Sandoval y Rojas (m. 1618) para decorar la Galería de Mediodía del palacio real de El Pardo. También pintó cuadros religiosos, algunos de los cuales, firmados en 1625, se encuentran en el real convento de la Encarnación, y también retratos, si bien fue conocido sobre todo por sus bodegones. Aunque le molestaba su reputación en este tipo de temas «menores», fueron el pilar de su carrera y hoy se conocen más obras de este tipo del artista que de cualquier otro de su generación. El pintor de bodegones Antonio Ponce (1608-1677) fue aprendiz de Van der Hamen (1624) y fue el artista que se mantuvo más fiel a las fórmulas de su maestro.