Fue un pintor muy activo en la segunda mitad del siglo XIX y desempeñó su profesión a lo largo de una amplia variedad de ciudades españolas, especialmente de Andalucía, Madrid y Levante. Se dedicó con asiduidad a la pintura de historia, aunque cultivó otros géneros, sobre todo el retrato. Su formación tuvo lugar en la Academia de Nobles Artes de su Granada natal, en la que su precocidad hizo que a los dieciséis años, habiendo cursado todas las clases, fuera nombrado teniente director honorario de esta academia. Con veinte años, en 1847, viajó a Madrid para estudiar en la Real Academia de San Fernando, donde tuvo como maestro a Federico de Madrazo, que es el punto de referencia más importante para entender su faceta como retratista. Entre 1854 y 1862 su carrera tuvo como escenario Andalucía. Primero Córdoba, donde ese año fue nombrado director del Museo Provincial, y luego Cádiz, donde en 1862 obtuvo la cátedra de Colorido y Composición, con la que inició una carrera docente que en adelante ocuparía buena parte de su tiempo y condicionaría su trayectoria. De hecho, solo un año después se trasladó a València como catedrático de esas mismas materias. Allí colaboró en la decoración del palacio del marqués de Dos Aguas, una de las empresas decorativas más importantes que se abordaron en la ciudad en ese tiempo. Suya es la Aurora que decora el llamado Salón Pompeyano, realizada en 1865. La muerte de su mujer ese mismo año le hizo abandonar la ciudad y trasladarse, ya definitivamente, a Madrid.
El nombre de Contreras aparece con cierta frecuencia entre los artistas concurrentes a las exposiciones nacionales, y entre los que tomaron parte en destacados proyectos decorativos. Su gusto por los temas históricos y alegóricos y su pericia en el campo del retrato lo ayudaron a tener éxito en esos medios. Así, en 1861 consiguió un Segundo Premio en la Nacional de Bellas Artes por su Caída de Murillo del andamio, un tema en el que mezclaba varios de sus principales intereses: el relato histórico teñido de elementos costumbristas y la propia figura de Murillo. De hecho, fue un devoto copista del pintor sevillano. Tres años después consiguió la Segunda Medalla de Oro por La duda de san Pedro (Museo del Prado, Madrid), una obra monumental que denota el conocimiento de la estética de los nazarenos, y que constituye uno de sus mejores ejemplos de la otra temática «histórica» que cultivó con asiduidad el pintor: la historia sagrada. Unos años después, realizó La víspera del tres de mayo en Madrid (Museo de Historia, Madrid), una de sus obras más conocidas. Simultáneamente, intervino en destacadas empresas decorativas. Fue, así, autor de telones teatrales, y su nombre figura entre los pintores que ejecutaron la decoración mural de la Escuela Nacional de Música, o entre los que participaron en las pinturas para iglesia de San Francisco el Grande, en Madrid, donde firmó una Apoteosis de la Virgen.
Su hermano era Rafael Contreras, un personaje importante en la historia del patrimonio español, debido a sus trabajos de estudio y restauración de la Alhambra.
Fue un pintor muy activo en la segunda mitad del siglo XIX y desempeñó su profesión a lo largo de una amplia variedad de ciudades españolas, especialmente de Andalucía, Madrid y Levante. Se dedicó con asiduidad a la pintura de historia, aunque cultivó otros géneros, sobre todo el retrato. Su formación tuvo lugar en la Academia de Nobles Artes de su Granada natal, en la que su precocidad hizo que a los dieciséis años, habiendo cursado todas las clases, fuera nombrado teniente director honorario de esta academia. Con veinte años, en 1847, viajó a Madrid para estudiar en la Real Academia de San Fernando, donde tuvo como maestro a Federico de Madrazo, que es el punto de referencia más importante para entender su faceta como retratista. Entre 1854 y 1862 su carrera tuvo como escenario Andalucía. Primero Córdoba, donde ese año fue nombrado director del Museo Provincial, y luego Cádiz, donde en 1862 obtuvo la cátedra de Colorido y Composición, con la que inició una carrera docente que en adelante ocuparía buena parte de su tiempo y condicionaría su trayectoria. De hecho, solo un año después se trasladó a València como catedrático de esas mismas materias. Allí colaboró en la decoración del palacio del marqués de Dos Aguas, una de las empresas decorativas más importantes que se abordaron en la ciudad en ese tiempo. Suya es la Aurora que decora el llamado Salón Pompeyano, realizada en 1865. La muerte de su mujer ese mismo año le hizo abandonar la ciudad y trasladarse, ya definitivamente, a Madrid.
El nombre de Contreras aparece con cierta frecuencia entre los artistas concurrentes a las exposiciones nacionales, y entre los que tomaron parte en destacados proyectos decorativos. Su gusto por los temas históricos y alegóricos y su pericia en el campo del retrato lo ayudaron a tener éxito en esos medios. Así, en 1861 consiguió un Segundo Premio en la Nacional de Bellas Artes por su Caída de Murillo del andamio, un tema en el que mezclaba varios de sus principales intereses: el relato histórico teñido de elementos costumbristas y la propia figura de Murillo. De hecho, fue un devoto copista del pintor sevillano. Tres años después consiguió la Segunda Medalla de Oro por La duda de san Pedro (Museo del Prado, Madrid), una obra monumental que denota el conocimiento de la estética de los nazarenos, y que constituye uno de sus mejores ejemplos de la otra temática «histórica» que cultivó con asiduidad el pintor: la historia sagrada. Unos años después, realizó La víspera del tres de mayo en Madrid (Museo de Historia, Madrid), una de sus obras más conocidas. Simultáneamente, intervino en destacadas empresas decorativas. Fue, así, autor de telones teatrales, y su nombre figura entre los pintores que ejecutaron la decoración mural de la Escuela Nacional de Música, o entre los que participaron en las pinturas para iglesia de San Francisco el Grande, en Madrid, donde firmó una Apoteosis de la Virgen.
Su hermano era Rafael Contreras, un personaje importante en la historia del patrimonio español, debido a sus trabajos de estudio y restauración de la Alhambra.