Jesús María (Kutxu) Otamendi

Zarautz (Gipuzkoa) 1962 - Donostia / San Sebastián 1993

Por: Beatriz Herráez

El nombre y la obra de Jesús María, Kutxu, Otamendi aparecen ligados a los de otros artistas vascos de su generación, como Manu Muniategiandikoetxea, José Ramón Amondarain, Bingen de Pedro e Iñaki Imaz, así como al centro de arte Arteleku en Donostia/San Sebastián, donde se formó asistiendo a los talleres de los artistas Rafael Canogar, Marta Cárdenas, Alfonso Albacete y Mitsuo Miura. Con una trayectoria interrumpida de manera abrupta a los treinta y un años, la obra de Kutxu Otamendi orbita alrededor de la práctica de la pintura desde el comienzo de su carrera en la localidad guipuzcoana de Bergara.

Su producción, principalmente cuadros de gran formato, se inscribe en las corrientes en boga en los años ochenta y remite al universo formal de movimientos como el de la transvanguardia italiana. A partir de un despliegue de espacios cargados de referencias y símbolos, de ambientes casi mitológicos teñidos de una cierta melancolía, la obra de Kutxu Otamendi adquiere un carácter singular. En este sentido, el crítico Miguel Fernández Cid se refirió a ella como una «pintura suspendida, con elementos que la absorben y ordenan». Una obra misteriosa y subjetiva en la que destaca el uso de una técnica «rudimentaria», casi una suerte de habla entrecortada, y una factura producto de lo que ha sido calificado como un «descuido aparente».

El trabajo de Kutxu Otamendi fue objeto de exposiciones individuales en la Galería Emilio Navarro (Madrid, 1992); el Aula de Cultura Bilbao (1991); la Galería Dieciséis (Donostia/San Sebastián, 1991); la Galería La Pecera (Irun, Gipuzkoa, 1990); o Sanz-Enea Kultur Etxea (Zarautz, Gipuzkoa, 1988). En el año 2012, Sanz-Enea Kultur Etxea le dedicó una muestra retrospectiva. Un año antes, se organizó una exposición antológica en Aroztegi Aretoa en Bergara.