Estudió Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Madrid (1970-1974). En 1975 expuso en la Galería Buades de Madrid, y desde entonces pasó a formar parte del núcleo de pintores de la denominada «nueva figuración madrileña». A partir de 1980, se trasladó a vivir a los Estados Unidos; allí conecta con la transvanguardia y el neoexpresionismo. La singularidad de Cobo estriba en la combinación de dos tendencias, la del arte conceptual que juega con la naturaleza de la representación y la de la pintura figurativa que se concentra en jugar con lo representado. En sus inicios en los años setenta aborda la pintura de forma lúdica; en los ochenta, recurre a la retórica de «lo sublime» y a la alegoría barroca, escenificando teatralmente las relaciones entre cultura y memoria.
A principio de los noventa, un joker actúa como el maestro de ceremonias, presentando la obra de una forma que recuerda, en cierto modo, al Loplop de Max Ernst, revelando el artificio de las pinturas. Las palabras permiten a Cobo ir aún más lejos, enfrentando los elementos verbales con los visuales. Actualmente sus preocupaciones se centran en la crisis tanto de la imagen como de su representación.
A lo largo de su dilatada trayectoria artística se le han concedido importantes becas, como la del Ministerio de Cultura de España (1979), la Beca de la Fundación Juan March (1980) o la del Comité Hispano-Norteamericano como artista residente en el PS1 MoMA (Nueva York, 1981-1982). En 1994 recibió el Premio Andalucía de las Artes Plásticas, y en 1998 el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla le dedicó una exposición individual en su inauguración. Su obra ha tenido un amplio reconocimiento internacional desde los años ochenta, con importantes muestras individuales, entre las que destacan las celebradas en el Kunstmuseum Berna (1986); la Mezzanine Gallery of the Metropolitan Museum (Nueva York, 1987) o el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga (2009).
Estudió Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Madrid (1970-1974). En 1975 expuso en la Galería Buades de Madrid, y desde entonces pasó a formar parte del núcleo de pintores de la denominada «nueva figuración madrileña». A partir de 1980, se trasladó a vivir a los Estados Unidos; allí conecta con la transvanguardia y el neoexpresionismo. La singularidad de Cobo estriba en la combinación de dos tendencias, la del arte conceptual que juega con la naturaleza de la representación y la de la pintura figurativa que se concentra en jugar con lo representado. En sus inicios en los años setenta aborda la pintura de forma lúdica; en los ochenta, recurre a la retórica de «lo sublime» y a la alegoría barroca, escenificando teatralmente las relaciones entre cultura y memoria.
A principio de los noventa, un joker actúa como el maestro de ceremonias, presentando la obra de una forma que recuerda, en cierto modo, al Loplop de Max Ernst, revelando el artificio de las pinturas. Las palabras permiten a Cobo ir aún más lejos, enfrentando los elementos verbales con los visuales. Actualmente sus preocupaciones se centran en la crisis tanto de la imagen como de su representación.
A lo largo de su dilatada trayectoria artística se le han concedido importantes becas, como la del Ministerio de Cultura de España (1979), la Beca de la Fundación Juan March (1980) o la del Comité Hispano-Norteamericano como artista residente en el PS1 MoMA (Nueva York, 1981-1982). En 1994 recibió el Premio Andalucía de las Artes Plásticas, y en 1998 el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla le dedicó una exposición individual en su inauguración. Su obra ha tenido un amplio reconocimiento internacional desde los años ochenta, con importantes muestras individuales, entre las que destacan las celebradas en el Kunstmuseum Berna (1986); la Mezzanine Gallery of the Metropolitan Museum (Nueva York, 1987) o el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga (2009).