Uno de los pintores figurativos vascos más representativos de la segunda mitad del siglo XX. Carmelo García Barrena vivió una niñez marcada por la Guerra Civil española. Se exilió a Bélgica, donde comenzó su formación en la Escuela de Bellas Artes de Amberes. A su regreso a España, inició estudios en 1946 en la Academia de la Asociación Artística Vizcaína. En 1952 decidió viajar por Europa y visitó París, Bruselas, Ámsterdam y Amberes, donde se matriculó en la Koninklijke Academie voor Schone. Su pintura parte de una reinterpretación del impresionismo junto a la influencia de la pintura flamenca. De pincelada corta pero fluida, de formas sinuosas, que desarrolla en paisajes, vistas de ciudades y escenas cotidianas, sus obras tienen un gran colorido y vitalidad. Después de un segundo viaje a Holanda en 1957 su pintura se hace más expresivnnna, realizando naturalezas muertas donde investiga con los volúmenes y el uso del color.
A partir de los años cincuenta expuso con frecuencia su obra, participando en significativas muestras dedicadas al arte vasco en el Museo de Arte Moderno de Bilbao (1964, 1968 y 1973) o el Museo de Bellas Artes de Bilbao (2008). Entre los reconocimientos a su obra caben destacar el Primer Premio del Salón Nacional de Estío (Barakaldo, Bizkaia, 1964 y 1966), el Premio Círculo Mercantil de la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla (1968) y la Medalla de Oro en el II Certamen Vasco-Navarro de Pintura (1975).
Uno de los pintores figurativos vascos más representativos de la segunda mitad del siglo XX. Carmelo García Barrena vivió una niñez marcada por la Guerra Civil española. Se exilió a Bélgica, donde comenzó su formación en la Escuela de Bellas Artes de Amberes. A su regreso a España, inició estudios en 1946 en la Academia de la Asociación Artística Vizcaína. En 1952 decidió viajar por Europa y visitó París, Bruselas, Ámsterdam y Amberes, donde se matriculó en la Koninklijke Academie voor Schone. Su pintura parte de una reinterpretación del impresionismo junto a la influencia de la pintura flamenca. De pincelada corta pero fluida, de formas sinuosas, que desarrolla en paisajes, vistas de ciudades y escenas cotidianas, sus obras tienen un gran colorido y vitalidad. Después de un segundo viaje a Holanda en 1957 su pintura se hace más expresivnnna, realizando naturalezas muertas donde investiga con los volúmenes y el uso del color.
A partir de los años cincuenta expuso con frecuencia su obra, participando en significativas muestras dedicadas al arte vasco en el Museo de Arte Moderno de Bilbao (1964, 1968 y 1973) o el Museo de Bellas Artes de Bilbao (2008). Entre los reconocimientos a su obra caben destacar el Primer Premio del Salón Nacional de Estío (Barakaldo, Bizkaia, 1964 y 1966), el Premio Círculo Mercantil de la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla (1968) y la Medalla de Oro en el II Certamen Vasco-Navarro de Pintura (1975).