Antonio Saura

Huesca 1930 - Cuenca 1998

Por: Frederic Montornés

Obligado a pasar cinco años en cama para recuperarse de una enfermedad, Saura empezó a escribir y a pintar de forma autodidacta en 1943. En 1951, ya recuperado, viajó por primera vez a París, a donde regresa posteriormente para fijar su residencia entre 1954 y 1955. Durante su estancia en esta ciudad entabló amistad con Benjamin Péret y se relacionó con el grupo de los surrealistas, lo cual, a su vuelta a España, lo indujo a fundar, en 1957 y junto a artistas y escritores como Luis Feito, Rafael Canogar, Martín Chirino o José Ayllón, entre otros, el grupo El Paso, que dirigió y lideró hasta su disolución en 1960. En 1966 viajó a Cuba y en 1967 regresó a París, donde se instaló definitivamente y desde donde su carrera gozó cada vez de más reconocimiento internacional. A lo largo de su trayectoria, Saura participó en numerosos seminarios, coloquios y conferencias sobre arte y cultura; colaboró en cine; comisarió exposiciones; concibió escenografías para teatro; y a través de sus escritos, que comenzó a publicar entre finales de los años setenta y principios de los ochenta, fundamentó las bases de su posicionamiento político. En 1985 creó en Madrid el espacio escénico de Woyzeck, dirigido por Eusebio Lázaro; en 1991 participó con su hermano Carlos Saura y Luis García Navarro en la realización de la ópera Carmen para el Staatstheater de Stuttgart y, hasta el año de su fallecimiento en Cuenca, no dejó de recibir numerosos premios y reconocimientos: Premio Guggenheim (1960), Premio Carnegie (1964), caballero de las Artes y las Letras de Francia (1981) y Medalla de Oro a las Bellas Artes (1982).

Influido en sus inicios por el surrealismo, el libro seminal Un Art Autre de Michel Tapié o la obra de artistas como Jackson Pollock, Jean Dubuffet y Jean Fautrier, Saura es un artista cuya intensidad reflexiva favorece que, tras la composición y gesto pictórico de su obra, se intuya el deseo de mostrar aquella parte del ser humano que, situándose entre lo bello y lo monstruoso, nos acerca de forma natural a sus sentimientos más instintivos. La suya es un obra que, en base a un inconfundible sello autoral y la expresión de una abstracción formada por manchas y austeridad cromática, no solo trata de sacar las turbulencias del propio artista, sino también de quienes lo consideran el pintor por antonomasia de la tristeza y la rebeldía.

Su primera exposición individual se celebró en la Sala Libros de Zaragoza en 1950. Desde entonces su obra ha sido motivo de exposiciones individuales como las de la Kunsthalle Baden- Baden (Alemania, 1964); la Casa de Las Américas (La Habana, 1966); el Stedelijk Museum (Ámsterdam, 1963, 1964 y 1979); la Galería Maeght (Barcelona, 1975); la Fundació Joan Miró (Barcelona, 1980); el Museo Español de Arte Contemporáneo (Madrid, 1982); la Harvard University (Cambridge, Estados Unidos, 1989); el Musée d’Art et d’Histoire (Ginebra, Suiza, 1989); el Instituto Cervantes de París (1992); o el Museo d’Arte della Svizzera italiana (Lugano, Suiza, 1994). Tras su fallecimiento, le han dedicado exposiciones individuales como «Damas», en la Fundación Juan March (Madrid, 2005); «Itinerarios de Antonio Saura», en el Museo Reina Sofía (Madrid, 2005); «Songe et mensonge / une parabole moderne (1958-1962) d’Antonio Saura», en Les Abattoirs (Toulouse, Francia, 2006). En 2016 su obra se mostró en el marco de la gran exposición «Campo cerrado. Arte y poder en la posguerra española. 1939-1953», realizada en el Museo Reina Sofía. Participó en la Bienal de Venecia junto a Eduardo Chillida y Antoni Tàpies (1958) y, posteriormente, como artista y miembro del comité organizador (1976).