Considerado uno de los artistas fundamentales del arte español de la segunda mitad del siglo XX, con una de las mayores proyecciones internacionales, fue precursor del informalismo y el arte povera, pero ante todo creó un lenguaje plástico propio e inconfundible. Debido a una enfermedad pulmonar en su juventud, Tàpies se dedicó de forma autodidacta a pintar y dibujar. Posteriormente cursó estudios de Derecho (1941-1946), que abandonó para dedicarse plenamente a la pintura. En 1947 entabló amistad con el poeta Joan Brossa y al año siguiente fundaron la revista Dau al Set junto con los artistas Joan Ponç, Modest Cuixart y Joan-Josep Tharrats, y los escritores Arnau Puig y Juan Eduardo Cirlot. Con un fuerte componente surrealista, la publicación supuso un impulso renovador dentro del ambiente artístico catalán pese a que se disolvió en 1951. En esta época, la obra de Tàpies desarrolló formalmente un lenguaje con componentes magicistas, surrealistas y primitivistas, influido por la pintura de Joan Miró, Paul Klee y Max Ernst. En 1950 se trasladó a París con una beca del Gobierno francés; allí conoció el art autre, que lo conduce ya plenamente a un tratamiento matérico como vehículo expresivo, pero también simbólico, y como relación del ser humano con el universo. El empleo de tierras, polvo, barnices, collage, junto al grafismo originado mediante incisiones, arañazos y raspaduras, hace que en sus obras se aúnen los procesos de creación y destrucción, en una concepción del cuadro como muro, ya sea en sentido literal, nominal o metafórico. En la década de 1950 su obra adquiere relevancia internacional al participar en la Bienal de Venecia de 1952, obtener el Gran Premio de Pintura de la Bienal de São Paulo de 1953 y exponer individualmente ese mismo año en la Martha Jackson Gallery de Nueva York. En las décadas de 1960 y 1970, Tàpies intensifica su compromiso social y político, que se plasma en sus obras, a las que incorpora el componente objetual como expresión de su entorno vital y cotidiano. En las siguientes décadas continúa desarrollando su lenguaje plástico, plagado de motivos y signos recurrentes, en los que toma fuerza el pensamiento oriental y la reflexión sobre el dolor entendido como parte intrínseca de la vida.
La obra de Tàpies ha participado en eventos como las bienales de Venecia (1952, 1958 y 1981) y São Paulo (1953), o la Documenta 3 (Kassel, Alemania, 1964). Se realizó la primera retrospectiva de su obra en el Solomon R. Guggenheim Museum (Nueva York, 1962), donde expuso de nuevo en 1995, y en centros destacados internacionalmente como el Institute of Contemporary Arts (Londres, 1965); la Nationalgalerie (Berlín, 1974); la Fundació Joan Miró (Barcelona, 1976); el Museo Reina Sofía (Madrid, 1990, 2000 y 2004); el Museum of Modern Art (Nueva York, 1992). Después de su muerte, se le han dedicado exposiciones en el Museo Guggenheim Bilbao (2013-2014); el Museu Nacional d’Art de Catalunya (Barcelona 2013-2014); o la Fundació Antoni Tàpies (Barcelona, 2013-2014), creada por el propio artista en 1984. Entre otros reconocimientos a su carrera, Tàpies ha obtenido la Medalla de Oro de la Generalitat de Cataluña (1983); el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (1990); o el Premio Velázquez de las Arte Plásticas (2003). El rey Juan Carlos I le otorgó el título de marqués de Tàpies en 2010.
Considerado uno de los artistas fundamentales del arte español de la segunda mitad del siglo XX, con una de las mayores proyecciones internacionales, fue precursor del informalismo y el arte povera, pero ante todo creó un lenguaje plástico propio e inconfundible. Debido a una enfermedad pulmonar en su juventud, Tàpies se dedicó de forma autodidacta a pintar y dibujar. Posteriormente cursó estudios de Derecho (1941-1946), que abandonó para dedicarse plenamente a la pintura. En 1947 entabló amistad con el poeta Joan Brossa y al año siguiente fundaron la revista Dau al Set junto con los artistas Joan Ponç, Modest Cuixart y Joan-Josep Tharrats, y los escritores Arnau Puig y Juan Eduardo Cirlot. Con un fuerte componente surrealista, la publicación supuso un impulso renovador dentro del ambiente artístico catalán pese a que se disolvió en 1951. En esta época, la obra de Tàpies desarrolló formalmente un lenguaje con componentes magicistas, surrealistas y primitivistas, influido por la pintura de Joan Miró, Paul Klee y Max Ernst. En 1950 se trasladó a París con una beca del Gobierno francés; allí conoció el art autre, que lo conduce ya plenamente a un tratamiento matérico como vehículo expresivo, pero también simbólico, y como relación del ser humano con el universo. El empleo de tierras, polvo, barnices, collage, junto al grafismo originado mediante incisiones, arañazos y raspaduras, hace que en sus obras se aúnen los procesos de creación y destrucción, en una concepción del cuadro como muro, ya sea en sentido literal, nominal o metafórico. En la década de 1950 su obra adquiere relevancia internacional al participar en la Bienal de Venecia de 1952, obtener el Gran Premio de Pintura de la Bienal de São Paulo de 1953 y exponer individualmente ese mismo año en la Martha Jackson Gallery de Nueva York. En las décadas de 1960 y 1970, Tàpies intensifica su compromiso social y político, que se plasma en sus obras, a las que incorpora el componente objetual como expresión de su entorno vital y cotidiano. En las siguientes décadas continúa desarrollando su lenguaje plástico, plagado de motivos y signos recurrentes, en los que toma fuerza el pensamiento oriental y la reflexión sobre el dolor entendido como parte intrínseca de la vida.
La obra de Tàpies ha participado en eventos como las bienales de Venecia (1952, 1958 y 1981) y São Paulo (1953), o la Documenta 3 (Kassel, Alemania, 1964). Se realizó la primera retrospectiva de su obra en el Solomon R. Guggenheim Museum (Nueva York, 1962), donde expuso de nuevo en 1995, y en centros destacados internacionalmente como el Institute of Contemporary Arts (Londres, 1965); la Nationalgalerie (Berlín, 1974); la Fundació Joan Miró (Barcelona, 1976); el Museo Reina Sofía (Madrid, 1990, 2000 y 2004); el Museum of Modern Art (Nueva York, 1992). Después de su muerte, se le han dedicado exposiciones en el Museo Guggenheim Bilbao (2013-2014); el Museu Nacional d’Art de Catalunya (Barcelona 2013-2014); o la Fundació Antoni Tàpies (Barcelona, 2013-2014), creada por el propio artista en 1984. Entre otros reconocimientos a su carrera, Tàpies ha obtenido la Medalla de Oro de la Generalitat de Cataluña (1983); el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (1990); o el Premio Velázquez de las Arte Plásticas (2003). El rey Juan Carlos I le otorgó el título de marqués de Tàpies en 2010.