Annie Leibovitz

Waterbury, Connecticut (EE.UU.) 1949

Por: Clara Derrac

Con un prolífico trabajo lleno de matices, Annie Leibovitz se ha consolidado como una figura central en la fotografía contemporánea, así como una de las cronistas de la cultura popular más destacas de los siglos XX y XIX. Estudió Pintura en el Instituto de Arte de San Francisco antes de decantarse por la fotografía, disciplina en la que encontró su lenguaje distintivo. Desde sus primeros trabajos para la revista Rolling Stone en los años setenta, su obra ha producido algunas de las imágenes más reconocibles de la cultura visual contemporánea, instalándose en un lugar central del imaginario colectivo. Utilizando el retrato como medio predilecto, su práctica fotográfica desdibuja los límites entre lo popular y la alta cultura, el glamur y la vulnerabilidad, lo público y lo privado.

Aunque comenzara con una práctica muy directa, su fotografía pronto se volvió más elaborada y conceptual, adaptándose, además, del medio analógico al digital. Consciente de la naturaleza ambigua de la imagen fotográfica, Leibovitz estructura su proceso de trabajo en torno a un equilibrio entre la puesta en escena y la espontaneidad. Su fotografía opera de manera similar a la composición pictórica, donde cada detalle contribuye a un significado simbólico. Un rasgo esencial en su método es el control de los aspectos ambientales para explotarlos como elementos discursivos. No se trata aquí de una subordinación de lo natural a lo artificial, sino de una puesta en escena que reescribe la imagen pública del retratado para revelar su subjetividad. Esta teatralidad —heredera, en cierto modo, de la tradición barroca—, lejos de enaltecer las figuras que fotografía, a menudo expone la fragilidad que coexiste con la imagen de poder. Su mítica fotografía de John Lennon y Yoko Ono (1980) es paradigmática de esta dinámica: el cuerpo desnudo y fetal de Lennon, aferrado a Ono, vestida y firme, invierte los roles de poder y juega con la tensión entre lo íntimo y lo público. Su trabajo puede leerse así bajo el prisma de la posmodernidad, ya que recurre a la intertextualidad y a la apropiación de arquetipos y códigos culturales preexistentes, para subvertir categorías establecidas.

El proceso de creación de Leibovitz no debe entenderse únicamente como un acto técnico, sino como una aproximación conceptual a sus retratados. La fotógrafa a menudo se inserta en sus vidas, convive con ellos, estudia sus universos antes de pulsar el obturador. Este acercamiento revela una ética del trabajo que privilegia el proceso sobre el resultado final. El objetivo es capturar lo distintivo del sujeto fotografiado, el «núcleo» de su persona. Esta idea está presente en piezas tan diversas como su retrato de Whoopi Goldberg (1984), donde la imagen de la actriz en una bañera de leche alude a su presencia cómica, pero también a su identidad racial; o su serie Pilgrimage (2011), un proyecto que se detiene en lugares y objetos de la memoria cultural estadounidense. En esta línea, la faceta como fotógrafa documental de Leibovitz es tan significativa como la de retratista de celebridades: su cobertura del conflicto en Sarajevo en 1993 o sus fotos del despegue del helicóptero de Richard Nixon en 1974, el día de su renuncia, dan cuenta de ello.

A lo largo de su carrera, Leibovitz ha trabajado para medios como Vogue, Vanity Fair o el New York Times. Su obra ha sido objeto de exposiciones en todo el mundo, incluyendo retrospectivas en la Smithsonian National Portrait Gallery (Washington, D. C., 1991), el Brooklyn Museum (Nueva York, 2007) o la National Portrait Gallery (Londres, 2009), entre otros, y sus fotografías se encuentran en destacadas colecciones como la de Los Ángeles County Museum of Art (LACMA), la Smithsonian National Portrait Gallery (Washington, D. C.) y el Museum of Contemporary Art (MOCA), de Los Ángeles.