Sirviéndose de la escultura, la fotografía, el vídeo, la instalación y el dibujo, Alicia Martín ha desarrollado su trabajo de forma interdisciplinar, aunque su obra más conocida y de mayor impacto visual es tridimensional: esculturas, intervenciones en espacios específicos e instalaciones. En la década de 1990 comenzó a trabajar con libros, tanto como materia prima como referente e imagen, lo que se ha convertido en el elemento distintivo de su obra.
El libro como instrumento centenario de transmisión del conocimiento es, en las piezas de Alicia Martín, símbolo y material escultórico a la vez. La artista madrileña genera bibliotecas desordenadas que buscan un orden en ocasiones casual, en otras buscado, pero nunca pautado por las formas de uso conocidas, rechazando unas convenciones de archivo que la artista considera caducas. Laberintos bibliográficos de encuentros inesperados que intentan hacer caer asunciones que se consideraban inamovibles y que se materializan en bolas, roscos, grietas, vórtices, que abrazan un árbol o se dejan entrever, tímidos, en una esquina.
En este sentido, la intervención que realizó en el Palacio de Linares en el año 2003 —una catarata de libros que brotaba de una ventana y caía como una lengua hasta la calle— se ha convertido en una de sus piezas más celebradas y reconocidas. Esta propuesta supuso un antes y un después en el tempo de formulación de cada proyecto y en el uso del espacio público como lugar de encuentro entre su trabajo y la gente.
Su obra se encuentra en las colecciones del Museo Reina Sofía (Madrid), el Institut Valencià d’Art Modern (València), el Centro Museo de Castilla y León (León), el Centro Galego de Arte Contemporánea (Santiago de Compostela), el Museo Patio Herreriano (Valladolid), el Caldic Collective B.V. (Róterdam, Países Bajos), el Museum Voorlinden Buurtweg (La Haya, Países Bajos) o la Biblioteca de Alejandría (Egipto).
Sirviéndose de la escultura, la fotografía, el vídeo, la instalación y el dibujo, Alicia Martín ha desarrollado su trabajo de forma interdisciplinar, aunque su obra más conocida y de mayor impacto visual es tridimensional: esculturas, intervenciones en espacios específicos e instalaciones. En la década de 1990 comenzó a trabajar con libros, tanto como materia prima como referente e imagen, lo que se ha convertido en el elemento distintivo de su obra.
El libro como instrumento centenario de transmisión del conocimiento es, en las piezas de Alicia Martín, símbolo y material escultórico a la vez. La artista madrileña genera bibliotecas desordenadas que buscan un orden en ocasiones casual, en otras buscado, pero nunca pautado por las formas de uso conocidas, rechazando unas convenciones de archivo que la artista considera caducas. Laberintos bibliográficos de encuentros inesperados que intentan hacer caer asunciones que se consideraban inamovibles y que se materializan en bolas, roscos, grietas, vórtices, que abrazan un árbol o se dejan entrever, tímidos, en una esquina.
En este sentido, la intervención que realizó en el Palacio de Linares en el año 2003 —una catarata de libros que brotaba de una ventana y caía como una lengua hasta la calle— se ha convertido en una de sus piezas más celebradas y reconocidas. Esta propuesta supuso un antes y un después en el tempo de formulación de cada proyecto y en el uso del espacio público como lugar de encuentro entre su trabajo y la gente.
Su obra se encuentra en las colecciones del Museo Reina Sofía (Madrid), el Institut Valencià d’Art Modern (València), el Centro Museo de Castilla y León (León), el Centro Galego de Arte Contemporánea (Santiago de Compostela), el Museo Patio Herreriano (Valladolid), el Caldic Collective B.V. (Róterdam, Países Bajos), el Museum Voorlinden Buurtweg (La Haya, Países Bajos) o la Biblioteca de Alejandría (Egipto).