Collection
Mar Abierto 12-13 horas
- 2024
- Impresión digital sobre papel Hahnemühle 360 gr. y NFCs adhesivados sobre papel
- 111 x 66,3 cm
- Cat. F_495
- Adquirida in 2024
La tecnología atraviesa las acciones de nuestra vida cotidiana y, casi sin identificarlo, estamos participando a diario en gestiones respaldadas por la blockchain, realizando pagos contactless con nuestro dispositivo móvil gracias a la tecnología NFC o transfiriendo activos financieros mediante la tokenización. Eso que sucede en el mundo de la empresa y de las finanzas hace un tiempo que también se desarrolla en el ámbito del arte. Hasta ahora las creaciones NFTs respondían mayormente a una vocación estética, pero sobre todo a una voluntad especulativa. Una vez más el mercado y el dinero devoraban el arte bajo una básica pulsión de beneficio. Pero el arte es algo más que dinero, algo más que cotización. El buen arte es un dispositivo de transformación social, una condensación de ideas y emociones con capacidad de activar las mentes en su función de pensamiento autónomo. De ese arte estamos más necesitados que nunca y, sea de quien sea su propiedad física, su capacidad simbólica adquiere la categoría de patrimonio común.
Partiendo de esa premisa, Javier Núñez Gasco lleva años en silencio trabajando una nueva lógica de la creación artística, fusionando el arte, el mercado y la tecnología de un modo diferente. Su capacidad para imaginar otras formas de hacer, hibridando lenguajes y formulando conceptualizaciones propias, ha sido una constante en su trayectoria artística.
Mar abierto es una obra de arte phygital basada en Web 3.0, es decir, es una obra de arte físico y digital que representa el tiempo transcurrido de un día, visto a través de un mar animado de gran formato, cuya propiedad tiene un carácter descentralizado. La obra física que podemos ver en la sala ha sido adquirida por el Banco de España como parte de su extensa y representativa colección, pero a la vez se trata de la primera obra en la colección que incorpora la condición de activo financiero. Eso significa que, aparte de la propiedad física de la obra, en su dimensión digital la pieza va a seguir generando tráfico económico mediante la adquisición de sus porciones digitales, dividida en los 1440 minutos de un día.
La obra física se activa a través de etiquetas NFC y tecnología contactless: aproximando nuestro dispositivo móvil podemos acceder al contenido digital, a modo de realidad aumentada, e incluso adquirir los fragmentos deseados por medio de la plataforma online Opensea. Se trata de nuevas relaciones económicas basadas en la tecnología blockchain y la tokenización de obras físicas y digitales. Un aspecto relevante es la fiabilidad que genera la blockchain al fijar eslabones que ya nunca se van a mover, favoreciendo una trazabilidad en cuanto a la autoría de la obra, su localización y la posibilidad de que el artista reciba royalties por la segunda y sucesivas ventas. También entran en juego los contratos inteligentes, como programas almacenados en una cadena de bloques que se ejecutan cuando se cumplen condiciones predeterminadas. Se utilizan para automatizar la ejecución de un acuerdo, con el fin de que todos los participantes puedan estar seguros de inmediato del resultado, sin la participación de ningún intermediario. El hecho de disponer de información veraz de la localización de las obras es un elemento esencial, pues de numerosas obras de arte se pierde el rastro con el tiempo, dificultando la posibilidad de su estudio o de su exhibición.
Mar abierto también nos recuerda que ese oleaje en constante movimiento es una señal de alarma, a modo de reivindicación ambiental, pues la subida del nivel de los mares va a tener consecuencias para la vida en el planeta. En la plataforma IDObject podemos ver cómo, en cierto sentido, nuestro tiempo se cuenta a través de las gotas que se desprenden de los glaciares, como reloj de la humanidad.
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